

MARÍA VICTORIA PABLOS LAMAS
Sábado, 14 de noviembre 2020, 08:59
Lo tengo. ¡Uf! cuesta creerlo. No proviene de una irresponsabilidad. Soy un positivo confirmado. Desde esta nueva perspectiva tampoco se ve con claridad.
¿Cómo he llegado hasta aquí? Tras un pico de fiebre, he tirado de un hilo y una médico de urgencias ha gestionado una prueba PCR con celeridad. En poco más de 12 horas mi resultado inesperado ha sido positivo. Acaban de empezar las curvas... doy buena cuenta de lo caprichosos que son los síntomas. Lo que más me preocupa ahora: he puesto en riesgo a las personas que más quiero y necesito en el mundo ¡Maldito Covid Sars!
En las siguientes horas no he podido soltar el teléfono, que ha hecho por mí el trabajo de reunir a mis contactos directos con sus citas PCR. Han pasado 24 horas. Sólo me quedan por saber el resultado de mis hijas (pediatría va más despacio).
No me lo he callado, he elegido el camino de intentar ayudar a lo demás porque no quiero dejar cabos sueltos. Muchas personas de mi entorno laboral y de mi entorno personal me dan muestras de cariño sincero. Somos una pequeña parte del equipo al que debemos cuidar.
Da un poco de vértigo pensar en que estamos mi marido y yo unidos hasta en esto de combatir el virus a la vez, los dos positivos. Personas de riesgo muy cercanas han dado negativo en primera prueba PCR y ello me hace respirar más tranquila. Estamos JUNTOS en ello.
Hablo con una amiga que vive una aventura parecida con diez días de adelanto y me doy cuenta de que la suerte que tenemos es que los síntomas de hoy son leves. Rezo por ir día a día capeando el temporal.
Segundo día. Mis hijas son negativo. No puedo creer la emoción que siento, es mucho mejor que una lotería. El colegio está a salvo y con ello no hay riesgo abierto allí.
Vamos poniendo los pies sobre la tierra porque el día de ayer de intenso es como si fueran varios juntos.
48 horas de mi positivo. Me ha llamado mi rastreador. Casi estaba todo ya gestionado y con las pruebas PCR practicadas y con los resultados conocidos. Esto se lo debo a los médicos de la atención primaria de este pueblo que le han dado prioridad absoluta a la gestión de las PCR. Y a un angelito que en sus turnos de guardia ha ido leyendo cada resultado y me lo ha hecho saber.
Ya solo quedan al menos 18 días de retiro familiar... Que no van a pasar despacio. (8 me quedan a mí en el mejor de los casos, y 10 más de cuarentena de las pequeñas, si nada cambia)
Comenzando el cuarto día. Anoche empezó a brotarme una urticaria y recordé que mi amiga me advirtió que sumar síntomas era demoledor... Con ello me dio en su momento la medicina que necesitaba: esto se combate con calma, no puede ser de otra manera. Todo en la vida pasa... Y debemos recordar que así es... Al menos Luis no tiene nuevos síntomas. Las niñas tienen una vitalidad que embelesa.
Las jornadas comienzan a costar más, empieza a pesar en mi mente la carga de información negativa que tenemos todos. No me encuentro mejor y el miedo me deja más pequeña. Es la montaña rusa que no acaba.
Mi amiga vuelve a tener razón: la energía positiva que te da una voz cálida. Bendito teléfono que no contagia... Si sopla viento a favor hay que dejarse llevar. Hoy el sol asoma, tras unos días grises su luz es otra bendición que cuenta. Tengo la magia de mis ángeles diarios. Ayudan y de qué manera.
Y así van pasando algunos días más, entre querer mejorar y estar estancada. El miedo que no se ha ido, se encarga de acecharme. Lucho para estar mejor... He perdido el gusto y el olfato, pero, sigo sin fiebre y respiro sin dificultad. También Luis. Las pequeñas siguen bien.
Me preocupan mis tareas laborales, las cuales no tengo capacidad de atender... No hay nada objetivo en los pasos a seguir del medio camino (con suerte, que nos separa de la recuperación...) Y recibo el siguiente mensaje: «Siempre dices que somos como hormiguitas y para ponerse a golpe de cañón toca ir despacito». Sonrió y sé que ese es el único camino que seguir.
Maldito Covid Sars, no luchas sólo conmigo... Llega la noche, y cada noche doy las gracias por lo acompañada, afortunada y sostenida que lucho. Esta pandemia nos ha alejado físicamente sin remedio. Más no supone poner distancia emocional en nuestra red de personas importantes. Ahí 'este bicho' no puede con nosotros. ¡Ay mis calcetines!
Dedicado a todos los que se han visto o se verán como yo. Y dejen que les diga: De esta salimos juntos... O no salimos. (Sigo aprendiendo).
Consulten, si es que tienen un poquito de tiempo, el artículo 'calcetines del montón' de este HOY TRUJILLO digital.
'Calcetines del montón': https://trujillo.hoy.es/calcetin-20200620085747-nt.html
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