Volveremos a los besos y abrazos

Después de tantos días de confinamiento, reclusión, encierro o como cada uno quiera llamarlo, volvemos a la normalidad, normalidad entre comillas. Hace unos días me llamaron para volver a retomar mi trabajo, el cual consiste en ayudar a cuatro maravillosas personas. Me dedico a la ayuda a domicilio.

Recibí la llamada entre emocionada y temerosa. Nada tenía que ver con la que recibí meses atrás para empezar a trabajar, después de dos años de estar en casa. Sabía perfectamente que todas mis 'usuarias' estaban bien, pues había tenido contacto con ellas por teléfono día sí día no. Ese contacto a ella les gustaba. Me contaban lo que hacían día a día y yo las escuchaba con mucha atención. Otras veces me contaban cosas de su juventud y nos reíamos un rato. Lo mejor para mí era saber que ellas estaban bien y eso me tranquilizaba.

El reencuentro fue el mejor regalo para ellas y para mí, eso sí, con mascarilla y respetando la distancia ¡Qué pena, cuánto me hubiera gustado poder abrazarlas! Después de estos horribles días, se lo merecían, un abrazo y un montón de besos. Aun así, la emoción me pudo y algunas lagrimilla se me cayeron en cada casa. Confieso que tengo el terrible defecto de la emoción, soy muy 'blandegue'. A ellas les pasó lo mismo. Ahora, volvemos a la rutina, una rutina rara, rutina de mascarillas, guantes y batas, de distanciamiento, de lejía, desinfectante y alcohol.

Antes venías de la compra y la colocabas, ahora la lavas con agua y lejía, los zapatos en la puerta, eso sí desinfecta los que traes de la calle, y no sé cuántas cosas más, el flu-flu con agua y lejía el cual tienes siempre a mano para desinfectar llaveras, manillas, puertas o todo lo que toque quien venga a casa. Creo que esto no sólo ocurrirá en mi casa. Es una pena, pero supongo o quiero suponer que todo esto pasará, y volveremos a la RUTINA con mayúscula, pero sobre todo volveremos a los besos y abrazos, esos que tanto nos gustan y a veces tanto nos hacen falta. Cuidaros mucho, fuerza y adelante.