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Azucena Siva Rey
Reflexiones desde la ventana

Vamos viendo

«Hagamos que este verano que recordaremos siempre no se quede solo en lo negativo»

azucena silva rey

Lunes, 3 de agosto 2020, 08:51

Otro mes se estrena y con la incertidumbre a cuestas. Los que tomaron vacaciones ya salieron y al menos desconectaron. Los que esperan para hacerlo temen no poder tener su tan anhelado y merecido descanso.

De cualquier modo, las vacaciones actualmente son muy diferentes a las habituales. Sales y restringes muchos los movimientos habituales ante el temor al contagio. Los espacios al aire libre son los elegidos y vigilando de no participar de las aglomeraciones.

Cada país trata de minimizar los riesgos y algunos de frenar el traslado de personas para beneficio propio y así obligar a permanecer y consumir en el lugar. Los sectores fuertemente afectados luchan por sobrevivir, más aun los que dependen del turismo extranjero.

Dada la magnitud de los rebrotes, es difícil predecir qué ocurrirá en las próximas semanas.

Las visitas a familiares se hacen con las reservas correspondientes y cuesta contener las emociones. Es cuánto menos raro, verse y no besarse o abrazarse.

Planificar el futuro inmediato es complicado. Ser más cuidadoso, seguir con la vida pero con freno.

El curso que viene, los desplazamientos, los planes, todo con la mirada puesta en las noticias que van llegando. Seguir adelante con prudencia pero sin detenerse para no colapsar la economía. Las opiniones de los expertos en salud frente a los que ven seriamente dañados sus intereses por la pérdida de clientes.

Pretender la normalidad es imposible. Todos echaremos de menos la rutina del verano, cada uno la suya.

En mi caso suelo desplazarme con mi familia unos días a las playas de Lisboa o el Algarve. Desde que conocí el país a través del idioma no deja de sorprenderme. La cultura y sus gentes son un aliciente más que tentador en cualquier época del año.

El murmullo de las voces en la playa, (ellos son más silenciosos que nosotros) sólo se ve interrumpido por los vendedores que cargan sus neveras ofreciendo un dulce exquisito llamado bolinha. Al grito de boli, boli, bolinha, nos ofrecen un pastel relleno de exquisita crema artesanal, que aun siendo una bomba de calorías, pocas veces se resiste uno a comerlo al menos una vez al año.

Los próximos veranos podremos volver a recuperar todos esos hábitos. Mientras, disfrutemos de lo que tenemos en esta maravillosa ciudad.

Con distancia y manteniendo las medidas de seguridad, hagamos que este verano que recordaremos siempre no se quede solo en lo negativo.

¡Feliz Agosto!

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