
maría victoria pablos lamas
Lunes, 28 de febrero 2022, 07:58
Las nubes sobrevuelan Trujillo. Trujillo, el primero y más antiguo de todos los que existen en el mundo, es nuestro.
Si la importancia de un lugar reside en la antigüedad, la evolución del asentamiento, el repertorio de nuestros pobladores es amplio: celtas, tartesos, romanos, visigodos, musulmanes, judíos y cristianos y ahora personas de muchos lugares deciden pasar en Trujillo cortas o largas estancias junto a nosotros los trujillanos.
Si la importancia de un lugar está relacionada con la influencia que ejerce en su entorno lejano... No encontraremos muchos lugares en el mundo que hayan podido compartir su nombre y su cultura atravesando océanos por otros continentes.
Es imposible no destacar como increíble que muchos de los aventureros en la empresa de Nuevo Mundo tuviesen como hogar dehesas y berrocales, y que antes de navegar por primera vez en su vida y llegar a otro continente, pisaran las calles que nosotros pisamos y vieran atardeceres que bañaban de luz y de sombras las casas de nuestra Villa. Me encanta pasear con esa idea de abrigo. (Qué de necesidad y qué de locura en su determinación para asumir lo desconocido y qué abnegación para no desesperar en su intento.)
Pasear por Trujillo es caminar por un espacio abierto a la historia y a la imaginación.
El tiempo es imposible de medir aquí. Transcurre lento, pueden pasar meses sin apenas percibirlo. Estas calles, estas piedras, estas puertas y su entorno natural... Parecen haber escapado al paso del tiempo. Esa es nuestra incalculable riqueza. Indudable también.
La de veces que don Fulgencio Sánchez (padre de Guillermo Sánchez) me ha contado historias de otros Trujillo. Yo debía preguntar bastante, hasta de pequeña. Recuerdo a don Juan Moreno (padre de Chonci Moreno) pasear por los soportales de la plaza, siempre hablándome de conquistadores.
Pero seguro que, en los periodos de guerras, Trujillo vivió muchas noches oscuras y vio correr ríos de sangre. Tampoco se libró Trujillo de la Santa Inquisición. Ni de terribles terremotos, ni de pandemias.
Es necesario recordar que, mucha de la arquitectura de nuestra localidad, ya era plenamente singular y palaciega (también segura) en tiempo de los reyes católicos, tanto es así que consideraron nuestra ciudad su casa y pernoctaron aquí en más de una ocasión. Toda la villa existía ya.
El realce de la Plaza Mayor y sus palacios es de un momento posterior renacentista, y sucede con la llegada de divisas de América. Y sí, el renacimiento europeo es más bien un eclecticismo de hermosas formas góticas, neogóticas, barrocas...aunque inconexas.
Sin embargo su trazado y su uso comercial evolucionó y se consolidó en la edad media (las calles Tintoreros, Zurradores, Sillerías, Tenerías, Ballesteros... Así nos lo recuerdan con el nombre de los gremios. Y en los portales de la Plaza Mayor Trujillana: El portal de la carne, o del pan...)
Y aunque algunas fiestas trujillanas se hayan consolidado en su último tramo de historia, lo cierto es, que el Chíviri, La Semana Santa, y Nuestra Virgen de la Victoria son fiestas acogedoras donde no queremos faltar cada vez que la vida nos permite celebrar con nuestra familia y amigos, del todo insustituibles. Y junto los forasteros que se cuelan como peces...
Trujillo ha clamado muchas veces el reconocimiento de ser patrimonio de la humanidad. No somos patrimonio de la humanidad no por carecer de peso y de importancia, sino porque en nuestra región existen muchas localidades con ese reconocimiento, demasiado cercanas, como Mérida Guadalupe y Cáceres.
Pero su quieren redescubrir un lugar mágico, cualquier trujillano les recomendaría contemplar un atardecer desde el Espolón. En este y otros enclaves, la energía te detiene y te renueva para que podamos alcanzar la consideración de ser protagonistas de nuestro propio microrrelato, por si fuera poco, importante.
Tenemos esa riqueza incalculable que da la historia, la cultura, el patrimonio, la gastronomía, la naturaleza, la salud ambiental... el folclore, la capacidad de adaptación y la paciencia. Me atrevo a decir que sin esta cualidad es imposible adaptarse plenamente aquí.
Si usted está sonriendo sabe que tengo razón.
Trujillo nos sobrevivirá a todos, seguirá atesorando siglos, seguirá absorbiendo historias y siendo, como ya es, un crisol de culturas, de linajes y de despropósitos también.
Te vas amigo viajero, como se van las nubes, de una de las ciudades más bellas de Europa, que es mi casa y es también parte de mi corazón.
Dedicado a todos los que al leer sonríen. ¡A todos!
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