¿Quién sabe?
«Muchos prefieren una realidad edulcorada, en lugar de la realidad, por muy dura y cruel que sea»
JULIO BRAVO
Jueves, 28 de enero 2021, 08:08
Siempre me fascinó el talento artístico. Antonio López es uno de los pintores más talentosos y exitosos del mundo. Afamado por su hiperrealismo y su pesimismo existencial. Su falta de confianza en el ser humano se plasma en la respuesta a una pregunta de un periodista. ¿Qué tal don Antonio? Su respuesta, ¿Quién sabe?
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Ese quien sabe es extremadamente recurrente en los tiempos que nos acompañan ¿Quién sabe qué pasará? ¿Quién sabe lo que sucederá mañana? ¿Quién sabe la evolución? Cómo si esa pregunta eximiera de responsabilidad a todos y cada uno de nuestros gobernantes. Algunos continúan teniendo confianza ciega en aquellos que nos representan. El señor Vergeles, consejero de Sanidad de la Junta de Extremadura, el 16 de marzo de 2020 dijo textualmente «no nos cansaremos de insistir en que las mascarillas sólo son necesarias para la población general en el caso en que la persona esté infectada».
En ese mismo mes, Fernando Simón dijo aquello tan archiconocido de: «España no va a tener como mucho más allá de un caso diagnosticado». 60.000 muertos después, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias sigue saliendo puntualmente en ruedas de prensa a hacer vaticinios tan errados como interesados. Cepa británica mediante.
Este mes de enero, el señor Vergeles dice sin ni siquiera ruborizarse «hay menos contagios con las clases presenciales». La afirmación sería aceptada por la mayoría de la comunidad educativa, haciendo un esfuerzo de fe, si hace menos de 15 días no nos hubieran obligado a retomar las clases lectivas tras las navidades de forma online, con una incidencia acumulada mucho menor, que la incidencia acumulada a fecha de retomar las clases presenciales en Educación Secundaria. En síntesis, cuando peor estamos con datos, no opiniones, datos, nos dicen que mejor clases presenciales. Es inentendible e inaceptable, hasta por sus más fervientes acólitos.
Con más de doscientas aulas confinadas en la región, repetir semejante afirmación con la rotundidad a la que nos tienen acostumbrados, es una temeridad impropia de alguien que nos representa. Es cuanto menos, arriesgado. Y si se da marcha atrás ¿quién sabe?
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Dentro de esta contextualización hay una tendencia bastante generalizada a juzgar a los políticos por sus buenas intenciones y no por los resultados de sus acciones. Este planteamiento es terriblemente descorazonador ¿Ustedes se imaginan que a un estudiante universitario se le asigne una calificación en función de sus buenas intenciones y no de sus resultados académicos? ¿Imaginan que un cliente paga en un taller mecánico sin poner una sola queja de su coche averiado por las buenas intenciones de su mecánico? ¿Imaginan el diagnóstico fallido de un médico pero la conformidad de la familia por sus buenas intenciones? Sería llanamente inimaginable.
Sin embargo nos hemos acostumbrado a ver a políticos que se contradicen, bendita hemeroteca, a expertos que fallan estrepitósamente en sus predicciones, en ocasiones manipuladas, y a portavoces que fallan más que aciertan en sus tomas de decisiones. Por todas y cada una de estas cuestiones es necesario que tengamos memoria. Memoria para poner recordar y analizar en perspectiva. Memoria para ser libres. Memoria para ser realistas.
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A esta falta de memoria podemos unirle el placer de muchos adultos en ser tratados como niños. Muchos prefieren una realidad edulcorada, en lugar de la realidad, por muy dura y cruel que sea. En lugar de querer información veraz, algunos prefieren cuentos infantiles como salimos más fuertes o hemos doblegado el virus. Con una tasa de desempleo creciendo exponencialmente, con una caída del PIB sin precedentes, con la quiebra de miles de empresas…ese salimos más fuerte es un cuento infantil para adultos. Comprado y aceptados por muchos. Sin dudar. Acatando fielmente. Tan sólo un ejemplo, con menos muertos al día, en la primera hora estábamos en aislamiento domiciliario. Si sumamos esta falta de memoria colectiva a la predilección por una descripción almibarada de la situación, tan sólo podemos esperar una pregunta ¿quién sabe?
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