Me quedo con esto
«¿Seguiremos con estas buenas prácticas cuando termine todo esto o seguiremos en la vida individual que nos separa?»
ana fernández cancho
Domingo, 3 de mayo 2020, 02:21
Después de tantos días sin salir de casa y llevando a la mente y al cuerpo hasta límites insospechados, me niego a quedarme con el odio y lo malo. No conozco la fórmula perfecta ni el método de cómo tiene que hacerse en un caso como el que nos concierne hoy.
Cada circunstancia y cada persona son diferentes y gestionan esto de la mejor manera o como realmente pueden. No voy a entrar en debates ni los quiero. Solo recalcar un pequeño aspecto que es el que más me está llamando la atención.
El modo de vida se ha individualizado tanto que hasta que no ha llegado una situación extrema como esta del Covid, no hemos sido conscientes de cuan necesaria es la participación social. Solo podremos avanzar si nos apoyamos y nos organizamos entre nosotras. Me encanta ver la red de contactos que se está generando a partir de la pandemia, donde grupos de personas de diferentes campos están dando lo mejor de ellas mismas para que esto se pase de la manera más liviana. Agradezco enormemente el esfuerzo que todas están poniendo cada día y entre ellas, algunas las cuento ahora.
Carmen, anciana que vive sola, se asoma cada mañana a preguntar al panadero de abajo si tiene su pan y que le deja la basura en la puerta para que se la tire; Antonio hace seis kilómetros diarios andando en el balcón que tiene forma de escuadra y no alcanza más de veinte metros; Luis da varios viajes al día, paseando a las mascotas de sus vecinas mayores y haciendo la compra de las mismas; Lucía, va a trabajar todos los días al hospital a luchar contra el virus y siempre está con una sonrisa; Ernesto, compone canciones divertidas sobre la pandemia y de vez en cuando pone el altavoz en el balcón para amenizar a las vecinas; Elisa, sale a medir su fuerza lanzando juguetes por el balcón que luego su padre tiene que recoger y desinfectar; Raúl, está adaptándose al cambio como un titán portándose de maravilla; Ángel, te echa una mano sin problema, da igual el momento; Esperanza, cuida de su madre anciana y pese a ser grupo de riesgo también se aventura cuando es necesario a salir a por lo que necesite su progenitora; Carlos, tiene la varita mágica de las soluciones rápidas; Rocío, comienza a dar sus primeros pasos en el balcón sin agarrarse a la barandilla; Saúl ha pasado el virus y sale a aplaudir cada tarde; Teresa escribe para desahogarse y dejar que nada influya; Celia, sale a trabajar todos los días sin miedo y con una sonrisa; Víctor, aprovecha sus conocimientos para definir los cuerpos de todas; Mateo toca todos los días para no perder la práctica, pues no sabe cuándo podrá volver a dar un concierto; Sergio pone al día sus tareas académicas y siempre está de buen humor.
Esta es con la parte que me quedo, con las personas maravillosas que me rodean, y que por culpa del ritmo de vida, si no hubiese ocurrido una pandemia, ni se hubiesen podido conocer. Aquellas que están en la sombra y de las que nunca se va a hablar. Y tú, ¿conoces a tus vecinas? ¿Seguiremos con estas buenas prácticas cuando termine todo esto o seguiremos en la vida individual que nos separa?
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