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Julio Bravo cedida
Reflexiones desde la ventana

A propósito del PP extremeño

«Nunca sabremos la respuesta de Platón a su pupilo Aristóteles, pero me gusta pensar que sería algo así: cuerpo a tierra que vienen los nuestros»

julio bravo

Lunes, 31 de enero 2022, 07:17

Dar tu opinión, por muy fundamentada que esté, siempre es una actividad de alto riesgo. Da igual el tema. Es indiferente quién hable. No importa que seas doctor en ingeniería Aeronáutica, catedrático de Economía o experto mundial en pandemias. Tus razonamientos generarán enemistades y rivalidades. Siempre habrá fanáticos que estarán en contra de un posicionamiento razonado, defendiendo teorías alternativas independientemente del tema en cuestión. La política no puede ser diferente. Ser libre no es fácil y la mayoría de los políticos se deben a lealtades, a veces autoimpuestas. Y esto no es nuevo. Aristóteles, que trabajó durante 20 años en la Academia de Platón, a su muerte, dijo la celebérrima frase: «soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad».

La mayoría de la gente que conozco desconoce cómo funciona un partido político. Si quieren configurarse una idea, de forma rápida pero fidedigna, tan sólo tienes que leer la prensa durante las primarias de cualquier partido. En épocas sin primarias, es idéntico, pero con menos publicidad. Pueden elegir el partido que deseen. Todos. Sin excepciones. Durante esas elecciones internas, toda la prensa, libre o vinculada a algún candidato, titulará con grandes letras de neón: guerra fratricida, heridas abiertas, partido roto, enfrentamiento total, planteamientos irreconciliables, posturas contrapuestas...Todo muy apocalíptico, porque, en la vida interna de un partido, es lo más parecido a un fin del mundo.

Da igual que el combate político, siguiendo la jerga periodística, sea entre un defenestrado Pedro Sánchez contra la todopoderosa Susana Díaz, cuánto han cambiado las cosas, o un tal Pablo Casado contra una presidenciable en las encuestas y ex-vicepresidenta del gobierno como Soraya Sáenz de Santamaría. Las elecciones, por suerte, son actos de libertad si se respetan unas garantías mínimas y nadie puede saber con certeza absoluta qué van a votar los electores, por mucho que voceros de parte aseveren que van a votar una u otra opción. Pueden intuir, interpretar, analizar datos...y hasta acertar en el pronóstico. Pero la seguridad absoluta no existe y menos en política. Tenemos ejemplos recientes.

Por eso me sorprende sobremanera escuchar a periodistas y políticos regionales, garantizar que tal o cual candidata, que ni siquiera se han posicionado personalmente, ganará las primarias del PP extremeño frente, de momento, al único posicionado públicamente en la contienda, Fernando Pizarro, alcalde de Plasencia, conocido por la inmensa mayoría de extremeños, con experiencia demostrada de gestión, con tres mayorías absolutas como aval y con una dedicación y cercanía que está fuera de toda duda y reconocida hasta por la oposición.

Esos mismos periodistas no insinúan ni dudan. Simplemente lo certifican y dictan su cátedra visionaria. Como si tuvieran una bola de cristal que les permite ver el futuro con una clarividencia manifiesta o porque tienen un as bajo la manga, que no es lo mismo que tener marcadas las cartas de la baraja. Quizás por ambas cosas. Sería maravilloso la utilización de esas dotes adivinatorias para predecir el futuro para su utilización en la mejora de los asuntos públicos y así facilitar la vida de sus administrados.

Una vez que se terminen las primarias, nuevamente da igual el partido político en el que nos fijemos, los titulares son todos en la misma línea: el nuevo líder tiene que recomponer un maltrecho partido, hay que coser las heridas, estamos trabajando para crear ilusión entre los afiliados y entre los votantes, hay poco tiempo y mucho que hacer, somos un proyecto de unión en el que todos tienen cabida…

Yo no dispongo de una bola de cristal. No sé lo que pasará en el futuro, pero el alcalde de la capital del norte de Extremadura no va a ser un rival sencillo. Sea quien sea su rival, si los hubiere. Habrá sorpresas. Seguro. Nunca sabremos la respuesta de Platón a su pupilo Aristóteles, pero me gusta pensar que sería algo así: cuerpo a tierra que vienen los nuestros.

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