

El palacio de Lorenzana, sede de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, se alió ayer con una iniciativa novedosa, que sirvió para resaltar determinadas prácticas, ideas y soluciones en temas de rehabilitación y construcción en la ciudad. Se trató de la gala de la I edición de los Premios de Arquitectura Francisco Becerra, promovidos por la Asociación Empresarial de Trujillo (Asemtru).
Con cerca de un centenar de personas, el acto estuvo protagonizado por los saludos, reconocimientos, aplausos y agradecimientos, además de alguna reivindicación que otra.
El momento más esperado de esta ceremonia fue la entrega de los galardones en sus cinco categorías, que se mantuvieron en secreto hasta esta celebración.
El premio para 'la obra de rehabilitación, restauración y conservación de edificio residenciales, tanto individuales como colectivos, fue para una casa en la calle Pavo. Lo recogieron Sergio Muñoz, como promotor, Pilar Ruiz, como arquitecta y Víctor Glorio, como constructor. Muñoz, en su intervención, puso de manifiesto que la ciudad trujillana tiene que poner facilidades para conservar el patrimonio y generar nuevos espacios.
El galardón a la obra de nueva planta con independencia de su uso, se lo llevó el parque de bomberos del SEPEI en Trujillo, promovido por la Diputación de Cáceres. Lo recogieron la diputada provincial Isabel Ruiz, así como Javier Sánchez, en representación del estudio de arquitectura y Pedro Manuel Rodríguez, de la empresa constructora, Grupo Santano. Este último puso en valor el equipo formado porque «fueron unos momentos dificilísimos para ejecutar la obra». También resaltó el papel de los bomberos.
Otra categoría fue el premio 'a la obra de rehabilitación, restauración y conservación de edificios o espacios singulares, que recayó en la rehabilitación de la muralla trujillana. En este caso, obtuvieron el galardón Juan Antonio Vera, de la Junta y Manuel Ruiz, como arquitecto municipal del Ayuntamiento. «Es un ejemplo de colaboración entre dos administraciones», sostuvo Vera.
Además, hubo dos galardones dirigidos a dos personas. Uno de ellos fue el de oficios, que recayó en el restaurador José Morillo, por «su dominio de los revestimientos y su experiencia en la restauración de esgrafiados encalados extremeños», según la organización. Morillo, en su intervención, puso en valor la figura del restaurador, así como del resto de oficios para «hacer una restauración digna».
La ovación de la gala se la llevó José María Cabrera, merecedor de la distinción de honor de este certamen, por una trayectoria dedicada al mundo de la restauración y rehabilitación del patrimonio nacional. Este premiado resaltó la importancia de conservar los testimonios del pasado en su originalidad.
Los premiados se llevaron una obra de acuarela de la Sierra de Santa Cruz, del restaurador de arte y pintor alemán afincado en Trujillo, Konrad Launderbacher.
Más allá de los galardones, esta cita sirvió como espacio de encuentro en donde destacaron profesionales vinculados con el mundo de la construcción, junto a representantes de la entidad organizadora, con la presidenta a la cabeza, Teresa Martín. En su intervención, además de felicitar a los premiados y de destacar el apoyo recibido, mandó un mensaje. Pidió a los gobernantes que, «dentro de patrimonio y leyes, se agilicen los procesos burocráticos para que, en la medida de lo posible, tengamos una economía más circular. También nos gustaría que nos apoyen en iniciativas como la que hoy realizamos».
A este acto, también acudieron dirigentes de instituciones empresariales de ambito regional y provincial. Como anfitriona, estuvo la directora de la academia extremeña, María del Mar Lozano Bartolozzi, que fue la presidenta del jurado. Todo ello se completó con el director general de Biblioteca, Archivos y Patrimonio Cultural, Francisco Pérez Durán; la vicepresidenta segunda de la Diputación cacereña, Isabel Ruiz y la presidenta de Adicomt, Olga Tello, entre otras personalidades. Además, estuvo el concejal del equipo de Gobierno, Raúl Gómez, como miembro del jurado.
El acto lo cerró Pérez Urban. Destacó que un conjunto histórico no debe ser un lugar fosilizado. «El conjunto histórico es para vivirlo». Por ello, abogó por hacer actuaciones y flexibilizar criterios. «También tenemos que tener unos criterios uniformes para esa flexibilización», añadió.
Tras la entrega de los premios, llegó la segunda parte de ceremonia, con un coctel ofrecido por el chef Mario Clemente, de Restaurante Alberca. Utilizó productos gourmets de la zona.
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