
JOSÉ CERCAS
Sábado, 27 de junio 2020, 09:05
Desde el principio de los tiempos, la civilización humana se ha creído dueña y señora de la tierra, del conjunto material que nos rodea, desde los pájaros y la vida que viene y va por este mundo que nos cubre, hasta los mares, tan profundos y azules.
Hemos descubierto el origen del fuego y hemos matado impúdicamente a nuestros semejantes para sentirnos más grandes, más poderosos, más y más señores de la violencia y de todo.
De vez en cuando llega una nueva pandemia para recordarnos nuestra insignificancia: la peste negra, la malaria, el cólera y tantas y tantas otras que nos enseñaron que nuestro lugar en la tierra es tan mortal como el de cualquier ser vivo que amanezca en este mundo.
En estos momentos estamos lidiando contra otra dura y cruel pandemia. Nos pidieron quedarnos en casa y así lo hicimos. La mejor lucha es la de alejarnos de cualquier foco de infección y, con esa base, se ideó y se fraguó este libro: Poesía de interior. 'Memoria de una cuarentena poética'
AL PRINCIPIO
Al principio la mujer parió,
con su dolor femenino,
la noche ensangrentada,
en ella al hombre ingrávido, mortal,
expuesto sobre el tálamo secreto,
cubierto del lodo y la hierba.
Luego inventaron la espada,
la maleta y el equipaje.
Más tarde, el hierro como escudo silábico,
la luna enjaulada, el pájaro enjaulado,
el pan enjaulado, la voz enjaulada, todavía,
el fuego con su poderío batallador y libertario
y el concejo con sus blasones,
asumiendo su trono de oro y especias.
Luego las batallas asomadas a los balcones
y los campanarios repicando en las tardes,
llamando a la oración de un efímero dios.
Primero fue la mujer, volcán y hembra,
luego el hombre fiero, su discípulo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.