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Eloy Redondo
Desde el paraíso al confinamiento durante la COVID-19
Reflexiones desde la ventana

Desde el paraíso al confinamiento durante la COVID-19

«La OMS ha demostrado la procedencia del murciélago como reservorio de esta zoonosis y en este hábitat, nadie deambula como los veterinarios en los conceptos epidemiológicos de 'inmunidad de rebaño'»

Eloy Redondo

Domingo, 17 de mayo 2020, 10:49

En esta época de confinamiento epidemiológico, mi estado de ánimo ha ido pasando por etapas semejantes a la evolución de la pandemia. Desde mediados de enero hasta el 12 de marzo del año en curso, las desconcertantes noticias de la existencia de una zoonosis pandémica procedente de Wuhan, tenían poca penetración en mi hipocampo neuronal. Mis neuronas estaban en otra onda, inmersas en situaciones de un paroxismo hedonista sin parangón pues me encontraba ejerciendo mi afición favorita, la caza del perdigón; con mi gente de la cofradía del reclamo; y en el paraíso cinegético de Santa Marta del Magasca.

Poco dura la alegría en casa del pobre, pues el jueves 12 de marzo, mi hermano cofrade Arturo, médico de urgencias del Área de Salud de D. Benito, me comunica, sin ser muy explícito, que le llegan noticias inquietantes de su entorno laboral en relación a las infestaciones por coronavirus. Desde ese momento nada es igual; mi otro hermano cofrade Serafín, hipocondriaco donde los haya, me abruma con su mosqueante dolor de garganta y la incertidumbre de su procedencia. Mi perplejidad inicial pasa a estupor, cuando 'los abuelos, el sanedrín del reclamo en Marta' me previenen: «mañana nos vamos a Badajoz, las noticias que llegan de China son inquietantes y nosotros somos muy mayores y tenemos miedo». Desde ese momento ya no hablábamos de nuestros perdigones; incluso con los parroquianos marteños la conversación era monográfica: coronavirus.

El sábado en un intento de aislarnos en una burbuja de ignorancia epidemiológica, y actividad cinegética, Arturo el médico, Serafín el panadero de Monterrubio, y yo, decidimos comer en Trujillo e invitar a mi mujer Paloma a que nos acompañe; su respuesta fue fulminante: «sois unos insensatos e irresponsables, pero dónde vais...». El disgusto por la reprimenda merecida, fue a mayores cuando llegamos al restaurante a las afueras de Trujillo; no había nadie, y todos los camareros con guantes, mascarillas, y distanciamiento. Mi inseguridad fue in crescendo cronológicamente: al contemplar el hacinamiento de gente acaparando en una gran superficie; la declaración del estado de alarma, y la triste soledad de un pueblo pequeño confinado. Si me quedaba alguna duda del problema que se nos avecinaba, las advertencias de la Guardia Civil, en mi regreso a Trujillo el domingo, lo aclaró todo, venía del paraíso y pasaba directamente al confinamiento y al aislamiento por prevención sanitaria.

Durante mi ascetismo en la pandemia, mis opiniones se han ido modulando según los interlocutores; y además en todos los ámbitos de plática con opiniones encontradas. Desde el punto de vista sanitario, mi compañero Santiago -Catedrático de microbiología- opina que la Covid-19 tiene un componente mediático que la sitúa en cotas de alarmismo exagerado; todo lo contrario glosa mi amigo Arturo, médico de primera línea de intervención, que siempre me dice: «el enemigo es de cuidado». La dualidad de opiniones de la Covid-19 también me llega de mi amigo Bernal, que siempre manifiesta: «lo más importante es la salud»; sin embargo, Serafín el panadero dice: «esto es la ruina económica»; mi hermano, economista, anda en opiniones de equilibrio en importancia entre lo sanitario y lo económico, igual que yo, debe ser una cuestión genética.

Como docente, he de argüir que este coranavirus nos está condicionando la vida y nos ha abocado a una carrera sin fin para ponernos al día en las TICs, el teletrabajo, y la docencia on-line, para poder interaccionar con los alumnos de una manera decente, con un esfuerzo ímprobo, con pocos medios -sin fibra óptica- y exigua preparación, algunos pertenecemos a la generación del pizarrín en las escuelas nacionales, imagínense.

Como profesional de la salud, manejo algunas informaciones fundadas acerca de este inquietante protagonista. Se trata de un virus exigente que desencadena unas respuestas defensivas muy variadas, desde asintomáticas hasta críticas. Es un virus selectivo, tanto en humanos, más tropismo para mayores e inmunodeficientes; como en animales, se replica mejor en hurones y gatos que en cerdo. También es un virus caprichoso, capaz incluso de modular nuestra inmunorespuesta, pues cuando esta es exagerada –tormenta de citoquinas proinflamatorias- lo que debería ser un remedio, agrava la enfermedad. Y finalmente es un virus astuto, actuando con nocturnidad y alevosía, nos ha pillado desprevenidos; y con una capacidad de supervivencia importante, en todos los medios; y mutando poco para no debilitarse.

Mi actitud profesional frente a esta pandemia es de positivismo, porque estoy convencido de que, disponiendo de la plataforma génica del virus, estamos en tiempo y forma para la vacuna; y mientras llega, tenemos capacidad para producir kits de diagnóstico; laboratorios para implementarlos (como el recién homologado de la Facultad de Veterinaria de la Uex); y personal preparado. Y por favor no se olviden de los veterinarios. La OMS ha demostrado la procedencia del murciélago como reservorio de esta zoonosis y en este hábitat, nadie deambula como los veterinarios en los conceptos epidemiológicos de 'inmunidad de rebaño'.

Personalmente, trato de rumiar con normalidad los nuevos modos de socialización que se nos avecinan. Reflexiono sobre la necesidad de corregir las agresiones, que como humanos ejercemos en medio natural y la obligación de proyectar desde nuestro karma energías dirigidas hacia la simbiosis con el medio ambiente. Es el momento de jerarquizar necesidades, y no caer en reflexiones duales absurdas como el 'asno de Buridan'. Hemos de priorizar, y priorizar en invertir en Ciencia -sin ciencia no hay futuro- y en sanidad, tenemos los mejores sanitarios, pero nuestra sanidad es insuficiente.

Esta pandemia zoonósica ha venido a ratificar lo que ya sabíamos, la existencia de dos medicinas y una sola salud, por eso finalizo con el lema de la profesión veterinaria: 'higia pecoris salud populi'.

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