

Laura casado porras
Jueves, 16 de julio 2020, 09:03
Quisiera remover conciencias para revindicar el peso y la memoria de aquellas mujeres valientes que se atrevieron a trasgredir las convicciones sociales de una época convulsa, a través de su talento y su tesón. Mujeres que fueron las precursoras para que la sociedad española se abrazara al cambio de mente que estaba imperando en el viejo continente europeo.
En España no tuvimos ilustración, en la actualidad siguen asomando las consecuencias de aquella no recepción de las luces que dominaban en toda Europa, pero sí tuvimos importantes personalidades que abrieron los ojos a una parte importante de los españoles; aquellas personas libres de espíritus y de mente. Gracias a ellos, la divulgación de los avances científicos y los ideales filosóficos de la ilustración fueron dados a conocer; ¡y pudo ser posible salir de la minoría de edad kantiana!
Recuerdo que en el colegio se nos hablaba de la generación del 27, aprendimos que teníamos autores que habían dejado una huella indeleble en la literatura y las artes, como Federico García Lorca, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Salvador Dalí, Gerardo Diego, etc. Pudimos asomarnos a sus versos en nuestra tierna infancia y descubrir en un mundo, muchos mundos. En la prisión de la vida, la Libertad. Pero, a los libros de textos se les programó para omitir parte de la verdad. ¡Qué hubiera dado por conocer a los diez años los versos del poema Amor de Ernestina de Champourcin (1905-1999), el poema de Rosa Chacel (1898-1994) Reina Artemisa o haber contemplado el surrealismo mágico de la inigualable Remedios Varo (1908-1963) en su obra Papilla estelar, como aprendí de los versos de Lorca!
Durante siglos se ha obviado introducir en los libros la perspectiva femenina. En la actualidad, sigue siendo un problema grave, los libros de textos del sistema educativo siguen sin reconocer la visión femenina de la historia. Al método histórico se le ha olvidado el rigor científico exigido, por lo tanto es imposible hablar de equidad social. Por ello, vindico el justo lugar que merecen todas las grandes mujeres que con su trabajo y talento consiguieron hacer camino y abrir nuevas sendas a todas las mujeres, consiguiendo una evolución social más justa.
Por todo ello, y por mucho más, hoy quiero hablarles de estas ilustres mujeres que defendieron la cultura, su visión poética, estética y política de la vida cuando a la mujer le estaba prohibido acceder a cualquier círculo cultural. La generación del 27 tuvo la mirada femenina necesaria para obtener la visión integral de la sociedad del momento.
Muchos han sido los siglos en lo que la mujer ha estado relegada al hogar, al papel de abnegada esposa, cuyo único fin era procrear a los hijos del mañana; ellas tenían muy difícil, por no decir imposible, aventurarse en su formación intelectual, (sobre todo si no pertenecías a la clase alta de la sociedad), por eso, es importante que las hazañas de la generación del 27 (¡y tantas otras!) no se pierdan en el olvido.
Gracias a la fundación del Lyceum Club Femenino en el año 1926 las necesidades e intereses de la mujer comenzaron a ver la luz, a la vez que se facilitaba un medio de difusión cultural e intelectual. El Lyceum vio crecer a la generación del 14 y la generación del 27. Las voces femeninas del 27, denominada también las sin sombrero (por atreverse a quitárselo en una sociedad en donde ir sin él era toda una ofensa y un acto de rebeldía hacia los absurdos protocolos indumentarios de la clase alta) estuvo compuesta por brillantes mujeres, algunas de ellas son: Josefina de la Torre, Concha Méndez, María Teresa León, Margarita Bonmatí, Rosa Chacel, María Zambrano, Maruja Mallo, Margarita Manso, Ernestina de Champourcin, Sofía Blasco, etc. No están todas las que son, pero sí son todas las que están.
Josefina de la Torre (1907-2002) fue una mujer con un talento multidisciplinar; cantante lírica, novelista, poeta, y actriz. Los siguientes versos están extraídos del poemario Poemas de la Isla:
Las horas son iguales
que aquellas de mi ausencia:
lentas, precisas, mudas
en orden de asiladas.
En estas mismas horas
tu presencia dejaba
un tranquilo descanso
sobre mi fantasía.
Las agujas atienden
al mandato del péndulo
y hacen su telaraña
de números romanos.
Tu presencia lejana
deja sobre mi frente
la mano que despierta
mi sueño, poco a poco.
De la poeta madrileña Concha Méndez (1898-1986) extraigo el poema llamado Ancho es el Mar; él ha de separarnos:
Ancho es el mar; él ha de separarnos;
quedará nuestras almas enlazadas.
Como un último retrato, en nuestros ojos
impresos lucirán nuestras miradas.
El barco que he de oír está en el puerto;
A éste seguirá otro en que tú vayas.
Te esperarán mis brazos, no sé en dónde…
tal vez en algún puerto…en una playa
Durante siglos se cuestionó la capacidad intelectiva de las mujeres, se les cerró cualquier círculo cultural, no tuvieron más opción que ver la vida pasar entre pucheros, llantos de niños y agujas que hilvanaban horas de silencios y soledad. Las mujeres del 27 supieron trasgredir las absurdas convicciones de su época. Su obra, por otra parte, está a la altura de las mejores plumas.
La generación del 27 contó con pintoras surrealistas de la talla de Maruja Mallo (1902-1995). La revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset, expuso sus obras, Ortega sentía una gran admiración por la obra de Mallo. En 1982 le fue concedida la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes. Por elegir una entre sus obras, Sorpresa del trigo (1936). Es inevitable preguntarse por qué a los museos se les ha olvidado contar entre sus colecciones con obras firmadas por mujeres, algunas hay, pero resultan escasas. En los museos la mujer siempre ha aparecido en calidad de musa no como artista. Quiero creer que los nuevos tiempos nos trae la imparcialidad artística, imprescindible para acceder a la mirada femenina de la historia y de la vida.
Admito mi predilección por la filósofa María Zambrano (1904-1991). María fue discípula de Ortega, de ella dijo que fue la alumna más inteligente de entre todos los alumnos que tuvo. De una personalidad excelsa y una calidad poética y literaria sublime. Conozcámosla un poquito mejor a través de Los pensadores del aura:
Nacer sin pasado, sin nada previo a que referirse, y poder entonces verlo todo, sentirlo, como deben sentir la aurora las hojas que reciben el rocío; abrir los ojos a la luz sonriendo; bendecir la mañana, el alma, la vida recibida, la vida ¡qué hermosura! No siendo nada o apenas nada por qué no sonreír al universo, al día que avanza, aceptar el tiempo como un regalo espléndido, un regalo de un Dios que nos sabe, que nuestro secreto, nuestra inanidad y no le importa, que no nos guarda rencor por no ser...
...Y como estoy libre de ese ser, que creía tener, viviré simplemente, soltaré esa imagen que tenía de mí misma, puesto que a nada corresponde y todas, cualquier obligación, de las que vienen de ser yo, o del querer serlo.
Estas pocas líneas no pueden recoger todo el manantial de luz, ni todo el goce ético-estético que la obra de estas influyentes mujeres ha entregado a la humanidad mediante su esfuerzo y su poderoso talento. Mujeres, como tantas otras, que deberían ser tenidas en cuenta en una sociedad que se deshace ahogada en su propia vacuidad líquida. Si hiciéramos una encuesta entre los jóvenes nos encontraríamos que apenas alguno conoce a estas brillantes mujeres que contribuyeron a construir una sociedad más equitativa, y a verificar que la fuerza artística e intelectual de la mujer es análoga a la de los hombres.
Sin embargo, nos encontramos con una sociedad en donde se ensalza un paradigma de mujer aterrador. Lo vemos todos los días. Sabemos, casi todos, quienes son. Las mujeres artificiales y «exitosas» (recordaremos que el éxito de estas mujeres nace de la opresión estética) están aquí para quedarse. Estas enmascaradas influencers son una herramienta crucial para mantener en un segundo lugar al que fuera durante siglos la «ralea maldita», el sexo débil o, posteriormente, con la formación del estado y la estratificación social, el denominado bello sexo. Aquel que durante siglos estuvo relegado por obligación patriarcal a la omisión del deber político-cultural. Esta imagen que nos venden, con premeditación y alevosía, los medios de comunicación es toda una perversión irreal de la imagen de la mujer, perversión que está directamente relacionada con la violencia doméstica y, a su vez, con la violencia simbólica que fomenta la industria de la pornografía que tanto denigra a las mujeres. Es una ardid política, un círculo que se retroalimenta y que hace retroceder a la mujer a la situación de precariedad social e intelectual de siglos pasados.
Por fortuna, tenemos a mujeres que han sabido huir de las convencionalidades de la época y han sido la antorcha de todas aquellas otras mujeres que supieron hacer camino, verso a verso, y a hombros de gigant@s, lejos de una rueca insustancial que aletarga a las mujeres y a la sociedad.
Por ello, conviene comenzar por construir la equidad social en los libros de textos. La historia no puede seguir obviando la perspectiva ni la luz de la otra parte de la humanidad. Después, convendría promulgar un código deontológico para hacerlo efectivo (de una vez por todas) entre todos los medios que potencian una imagen ofensiva de la mujer.
He querido hablarles hoy de estas relevantes mujeres que un día se atrevieron a quitarse el sombrero para protestar por las absurdas convicciones sociales. Yo, también, denuncio las absurdas convicciones sociales de nuestra época y, sobre todo, el daño moral e intelectual que está depositando en nuestra desorientada coyuntura histórica. El cambio que queremos ver en la sociedad comienza por uno mismo. Seamos, pues, parte del nuevo comienzo.
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