
Uno de los temas más de actualidad en Trujillo, se sea o no aficionado a los toros, es la aparatosa cogida que sufrió este domingo el novillero José Rojo cuando entraba a matar a su primer astado, en la novillada que tuvo lugar en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid. Ante este incidente, y aunque fue tratado en la enfermería del coso taurino, este lunes ha pasado por el hospital madrileño Fraternidad para hacerse un intenso chequeo, por si tuviera algún daño interno. Tras recibir el alta continuará la recuperación en su casa, en Trujillo, a la que ha llegado este lunes por la tarde.
Rojo atendió a HOY, entre prueba y prueba médica. «Me encuentro bien, con bastantes dolores, en el cuello, en el pecho y en las piernas. Esperemos que no sea nada grave», sostiene. Hay que recordar que, en el parte médico, se indicó que este novillero sufrió «un puntazo corrido en la cara anterior de tórax, contusiones en la rótula derecha y tendón de Aquiles izquierdo, además de puntazo inframandibular derecho».
Más allá de las dolencias, a José Rojo no se le va de la cabeza la tarde de este domingo. En cierto modo, se encuentra contrariado. Reconoce que fue muy difícil. «Los novillos no fueron lo que se esperaba, pero había que pelear». Ante esta situación, en el albero estaba con rabia porque no se podía hacer mucho más de lo que hizo. «Hice mucho, pero poco de todo lo que me hubiese gustado hacer», insiste. Eso sí, reitera una y otra vez que tenía que darlo todo. Por ello, «era matar o morir, quizá es la mejor expresión que define la cogida del primer novillo».
Recuerda que, tras esa cogida, rápidamente intentó incorporarse y en lo primero que se fijó era en donde estaba la espada, para saber si había matado bien. «Luego ya me desplomé y no me acuerdo de mucho más». Apunta que cuando entró en la enfermería, comenzó a ser consciente de lo ocurrido.
Ya, en ese momento, le dolía bastante la rodilla derecha, la pierna y el pecho «me ardía». Una vez que ha visto la cogida en vídeo, «lo primero que me he fijado ha sido en los defectos». Luego, se ha dado cuenta de que es escalofriante, sobre todo, cuando se desploma.
A pesar de los dolores, tenía claro que quería salir a torear su segundo novillo de la tarde. Tras los calmantes que le pusieron, volvió al coso taurino. Tenía ganas de volver porque no había demostrado todo lo que tenía dentro. Sí es cierto que tampoco lo pudo hacer con ese segundo astado, aunque se llevó los aplausos del público.
Rojo explica que, para llegar a Madrid, ha supuesto mucho trabajo y «no solo mío». Por ello, confiaba que los novillos fueran mejores, pero «no ayudaron nada de nada y así es muy complicado». Por tanto, sostiene que lo único que le quedaba era demostrar lo que era e intentar estar por encima.
Insiste en que fue a la capital de España a darlo todo y opina que la gente lo supo ver. «Madrid, lo difícil que es, que sepan reconocer ese trabajo, es con lo que me quedo. Creo que el público de Madrid vio a un torero entregado, que se la jugó y lo supusieron ver. Me sentí muy agradecido por la ovación y lo bien que me trataron». De hecho, se tienen abiertas las conversaciones para intentar volver a torear a Las Ventas.
Ahora, tendrá que pasar unos días para recuperarse. Si no hay complicaciones, la idea es que en una semana ya esté en el campo entrenándose. No duda de que estará al cien por cien para otra cita importante, como es la corrida de toros de la Feria del Queso de Trujillo. Ahí será delante de su público, toreando dos novillos. Comparte cartel con el rejoneador Diego Ventura, así como los matadores Cayetano Rivera y Ginés Marín. «La entrega no se negocia sea donde sea la novillada», añade.
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