

Javier Sánchez Pablos
Martes, 30 de octubre 2018, 08:28
Muchos vecinos tenían señalados en rojo la jornada del pasado domingo y así se demostró. Cientos de personas asistieron esa mañana al emotivo homenaje que recibió el párroco de Huertas de Ánimas, José Blanco, tras cumplir 50 años como sacerdote de este núcleo de población. Llegó a finales de octubre de 1968, unos meses después de ordenarse sacerdote. Pepe, como le llaman sus allegados de forma cariñosa, estuvo arropado tanto por vecinos de Huertas de Ánimas como de otros municipios. También asistieron algunos familiares.
El homenaje estuvo organizado por la Plataforma de Asociaciones. En primer lugar, se puso una proyección con imágenes que resume la labor realizada por este sacerdote. Entre otras instantáneas, se destacó la puesta en marcha del centro juvenil, la creación de la Tuna de Huertas, así como marchas, excursiones y acampadas. También se destacaron los inicios de la ermita del Cristo de la Vida, así como el primer centro de pensionistas que realizó la parroquia, entre otros méritos.
El acto central fue una eucaristía de acción de gracias, en la que participó la mayoría de los colectivos de Huertas. La iglesia se llenó para la ocasión con la asistencia de niños, jóvenes y mayores. Entre las ofrendas que se llevaron al altar resaltaron algunos regalos realizados al sacerdote por este aniversario. Uno fue un libro de testimonios en el que se incluyen escritos de representantes de agrupaciones locales. En algunos de ellos se plasma lo que ha supuesto José Blanco para Huertas, según explica la presidenta de la Asociación de Vecinos, Ana María Sánchez. También se llevó un cuadro con un montaje fotográfico con imágenes significativas, como la Virgen del Rosario y la parroquia, además de la ermita del Cristo de la Vida y el museo.
Tras esa multitudinaria misa, en el atrio de la parroquia actuó los Coros y Danza Virgen del Rosario. Como sorpresa también entonaron sus canciones la tuna de Huertas, que está dirigida por el propio sacerdote y, salvo excepción, solo sale una vez año, con motivo de las fiestas patronales. En este caso, se portó su capa y su tradicional sombrero, ante la atenta mirada del numeroso público asistente. La fiesta terminó con un pincho ofrecido por el propio párroco, así como por vecinos que colaboraron en esa degustación. José Blanco se mostró contento y agradecido por la gran respuesta de los vecinos.
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