Javier Sánchez Pablos
Domingo, 16 de septiembre 2018, 22:49
La Isabelita, una clásica, casi nunca para. Junto a ella está La Charito, más moderna, con un aire desenfadado. La Fe podría ser la más presumida. Es la encargada de acudir a las ferias para que la miren. Así llama Chari Bravo a sus fieles compañeras: sus máquinas de coser. No se olvida de La Felipa, una máquina que era de su madre.
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Con estas y otras herramientas, esta artesana de Huertas de Ánimas (Trujillo) sigue innovando en sus bordados en fieltro, manteniendo la base. Aplica a los complementos las raíces del traje tradicional, todo ello personalizado. Gracias a Internet, a su web y a las redes sociales, ha conseguido llevar sus productos únicos a sitios recónditos.
Uno de esos elementos han sido unos zapatos bordados, que se han codeado con la más alta aristocracia británica. Según cuenta esta artesana, los solicitaron para una fiesta que dio la Condesa de Wessex, esposa del Príncipe Eduardo, hijo menor de la reina Isabel II de Inglaterra. Este encargo especial se llevó a cabo a través de un fiel cliente, natural de Ávila, que la conoció por su página web. Ya le había elaborado un traje tradicional completo para su hija y un traje bordado para su caballo.
Chari Bravo recuerda que el contacto se mantuvo por whatssap. «En persona no nos conocemos», comenta. Mediante este abulense, le enviaron patrones, medidas y pautas y ella reenvió bocetos con varios dibujos. Con el visto bueno a uno de ellos, comenzó con los bordados. Recuerda que tardó varios días. La Isabelita, nombre dado por su abuela, no paró de trabajar. El resultado fue satisfactorio, señala.
El abanico
Esa innovación de pasos tradicionales del bordado también ha llegado a otro utensilio muy español. Se trata del abanico. Uno de ellos fue enviado a Alemania hace unos días. En este caso es un elemento de decoración. Fue encargado por una clienta de Huertas de Ánimas que ya lleva varios años asentada en aquel país. «Es un regalo que suele gustar para diferentes motivos», insiste esta artesana, quien asegura que tienen mucho trabajo. En esta y otras labores entra en juego La Jose, nombre dado a la plancha.
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Con un abanico parecido al enviado a tierras germanas, Bravo ganó uno de los seis premios que tiene en el concurso de artesanía, en la modalidad de textil, de la fiesta del Martes Mayor de Plasencia. El último galardón lo ha conseguido este verano. Presentó una liga de novia con una inicial, un conjunto peculiar de espejo, pastillero y broche bordado con hilo de plata, así como un una ilusión óptica, también bordada, con toques reivindicativos.
Además de estos productos, continúa dando salida a colgantes con iniciales, así como bolsos y monederos, sin olvidar coleteros, pulseras y otros pequeños elementos. En todos ellos, no se olvida de ese bordado tradicional en fieltro. Recuerda que muchos jóvenes se lo llevan cuando van de intercambio a otros países, con algún proyecto europeo. Reconoce que son elementos muy de la tierra y pesan poco.
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Letra árabe
Gracias a las nuevas tecnologías sus obras también han viajado a Suecia, Francia, Italia, México, Estados Unidos, Argentina, Paraguay y, por supuesto, Alemania, entre otros. Como curiosidad, tuvo que hacer un bordado con una inicial en árabe. Cree que fue para Marruecos. Además de los pedidos que le llegan directamente al taller, cuenta con productos en la salas de artesanía de la Asociación para la promoción de la Artesanía Extremeña, entidad a la que pertenece.
Reconoce que, desde que comenzó de forma profesional esta actividad, en 2012, ha tenido una gran evolución. Se atreve con casi todo que tenga que ver con aguja, hijo y bordado. Puede hacer desde una cara de Mafalda o de John Lennon en un bastidor, hasta fundas de castañuelas, pasando por cinturones.
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Uno de sus últimos trabajos ha sido la realización de un estandarte para el Ayuntamiento de Trujillo. Está basado en un escudo del siglo XVII sacado del Archivo Histórico Municipal. Reconoce que la imagen de la Virgen es muy diferente a como se la conoce actualmente. Su idea ha sido ser fiel a ese escudo, aplicando también el sentido común. Ha sido una tarea complicada. En más de una ocasión ha tenido que deshacer para volver a comenzar. Al final, cree que ha gustado.
Entre puntada y puntada, esa artesana, con la ayuda de la familia, le queda tiempo también para asistir a ferias. Allí se lleva a La Fe, una máquina de coser en miniatura, además de La Susana, el maniquí para exponer diferentes piezas. Tras recorrerse eventos en la región, ahora quiere participar en una feria en Aragón para mostrar su trabajo.
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