Después de más de 40 días de confinamiento, las calles trujillanas recobraron ayer algo de vida, gracias a que muchos pequeños, acompañados por un adulto, pudieron salir de casa durante, como mucho, una hora, según lo decretado por el Gobierno Central.
Se volvieron ver bicicletas y patinetes, carritos para llevar al muñeco, así como algún balón que otro, junto a otros juegos. En algunos casos, las conversaciones y gritos de los niños y niñas de Trujillo se convirtieron casi en una música celestial. «Es algo que necesitábamos, sobre todo las personas que viven en pisos», señalaba una vecina que iba ya dirección a su casa.
Esa salida, en gran medida, se produjo escalonada y muy repartida, tanto por la mañana, como por la tarde. Hubo familias que disfrutaron de calles principales de la ciudad, así como de la plaza Mayor. Otros muchos prefirieron aprovechar la cercanía del campo, de cordeles y caminos para disfrutar de la jornada soleada y con buena temperatura. «Los niños también necesitan sol y aire», sostiene otro padre de dos hijos. Remarca que, extremando la precaución y guardando la distancia de seguridad, no debería haber peligro de contagio. «No es lo mismo las medidas en un pueblo que en las grandes ciudades», apostilla otra familia de Huertas de Ánimas.
Hubo otros que aprovecharon este alivio en el confinamiento de una hora y con una separación de su hogar de un kilómetro para acercarse a ver a los abuelos sonrientes situados en ventanas y balcones.
Donde no pudo acudir fue a las zonas de columpios que, en algunos casos, continúan acordonadas. Antes de esa salida, llegaron las recomendaciones a los los menores para que no tocasen nada en la calle. Muchos de ellos llevaron las mascarillas donadas por las diferentes agrupaciones de costureras.
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