Miedo y amor
«Por favor, quiéranse y cuídense a partes iguales… pero, sobre todo, amen todos los días aquellas acciones que acaricien su corazón»
María victoria pablos lamas
Miércoles, 8 de julio 2020, 07:58
El mundo ha cambiado mucho en cincuenta años, pero cuánto más hemos cambiado todos en estos ciento y pico días.
Sentir, reflexionar y divagar... Son acciones aconsejables. El pensamiento no cesa de entrenar. Nada de lo que pase, pasa por casualidad... La vida tiene una curiosa manera de enseñarnos a vivir. Somos el producto de nuestros pasos, somos bastante más que puro azar.
Todo lo que nos ocurre va forjando nuestro carácter. Aprendemos por necesidad desde que nacemos... A veces ahorrarles disgustos a niños tiene efectos adversos. Limitamos su experiencia. Ellos debieran crecer y tomar la forma adecuada; equivocarse; caerse; luchar por lo que quieren... Les privamos de ciertos cambios que transforman.
No hay cara A, sin cara B. O, si entramos en valoraciones, todo lo bueno tiene algo malo.
Somos quiénes somos, debido a nosotros, a pesar de muchas cosas... Y gracias al apoyo de nuestra red de relaciones.
Ni bueno, ni malo, sino DE CAMBIO. En este tiempo de confinamiento y desescalada aprender a protegernos nos dolió. Nos vimos haciendo uso de geles, guantes, mascarillas, desinfecciones y aislamiento. Yo sé que, como yo, se sintieron marcianos, torpes, frustrados, tristes...y hasta sintieron ansiedad en muchas ocasiones. Conozco a pocas personas inmunes al miedo. Y ha venido para estar cerca y estar al acecho.
Déjenme expresar el valor positivo del miedo. Psicológicamente el miedo es responsable de la autoprotección y de la protección hacia los demás. De ahí que en este tramo de la vida todos sintamos miedo. No lo desechen por ser perjudicial, porque en estos momentos es necesario. Y aprendan a hablar del sentimiento.
El miedo es tensión y la tensión que acumulamos hace que las primeras veces tendamos a equivocarnos... Nuestros sanitarios tuvieron que ser vigilados y alertados por otro compañero mientras se ponían o se quitaban el traje protector, ya que romper un automatismo y hacerlo con seguridad, bajo presión, con nervios... es peligroso. En contraste pudo comprobarse que bajaba ese nivel cuando la responsabilidad compartida era ejercida: 'tú cuidas de mí y yo cuido de ti'. Aprendamos de ellos. Y vean entre líneas la sustancia que aminora el miedo extremo: El amor.
Salgamos de nuestro ombligo para ver que ningún ser humano lo tiene fácil. Hay muchos seres humanos luchando, sobreviviendo, sumando, evolucionando en todas partes del mundo... No mucho más importa. Bueno sí, que el ser humano no debiera ser el dictador del mundo, sino un humilde eslabón de la cadena.
Nunca va todo bien, nunca están todos bien a la par. Los ciclos van y vienen, como las estaciones, los años, los aprendizajes y las rachas.
Admiremos a los ancianos, la vida se encargó de tatuarles severas heridas. Tienen la sabiduría de las vivencias, de los reveses, de los sueños cumplidos y los cambiados... De los arrebatos crueles y de los inmensos regalos. Conocen dónde se oculta la verdadera esencia de las cosas. Saben distinguir lo mejor de lo bueno...
No hemos dejado de admirar a los niños... Cuiden de los pequeños porque este tiempo ha dejado rarezas en ellos. Vamos a ir viendo qué cambios se quedan. Tienen una luz diferente.
El diálogo que mantenemos con la vida es necesario mientras queramos ser parte de ella...
Por favor, quiéranse y cuídense a partes iguales… pero, sobre todo, amen todos los días aquellas acciones que acaricien su corazón.
Valoren mucho la existencia, y tengan paciencia... porque vida es justo eso: Levantarse todos los días y detrás de todos los golpes.
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