

María victoria pablos lamas
Martes, 28 de febrero 2023, 09:41
Avanzamos para dejar atrás el letargo invernal de lluvias, humedad y días grises. Camino por San Lázaro que está esplendoroso. Contemplo una florecilla que se atreve a añadir una nota de color asomándose tímidamente tras una piedra.
Qué pensarían ustedes si alguien les pidiera que vigilasen dónde se van sus pensamientos al soñar despiertos, para descubrir la auténtica añoranza de su corazón... Todos tenemos esa manera de cuidar nuestros anhelos. No están encerrados bajo siete llaves, pero, casi casi.
Sonrío mientras pienso en la cantidad de sueños que tenemos y lo duros que se vuelven los días cuando vivimos sin ellos.
Los sueños son la partitura que guía el alma. El ser humano necesita soñar. Esa energía que nos afina poderosamente con la sensación de avance y supone una confirmación profunda de nuestro ser. Y no desde el ego, sino desde la sinceridad desvestida de lo que somos en esencia.
Tener sueños implica tener metas más o menos claras. Lo coherente será dar pasos encaminados a esas metas... pero, los pasos los daremos cargando con el peso de nuestro equipaje: Guardamos, sin saberlo, los aprendizajes. Y con ello, vamos realizando nuestro esquema del entorno, de las personas y hasta de nosotros mismos, y también, de todas las acciones previsibles.
Nuestro esquema de todo... es sencillo sólo al principio. También es más flexible. Esto ocurre sobre todo cuando somos niños o cuando nos enfrentamos a un hecho por primera vez (los esquemas en ese momento pesan de forma distinta). De adultos nuestros esquemas se vuelven complejos. Sobrecargamos los esquemas de conexiones que a veces son poco operativas.
Miren que tenemos fortalezas y habilidades, pero nuestro ánimo tiende a centrarse en los sinsabores, las faltas y dolores. Así acumulamos malas experiencias, pequeñas, medias y grandes heridas (heridas se reactivan porque repetimos el patrón que nos lleva al dolor). Y muchas responsabilidades.
Nuestro crecimiento y la suma de los años dificultarán el proceso. Así llegaremos a sentir cierto agobio cuando nuestro equipaje se vuelva pesado. Sucederá porque sumaremos, pero restaremos poco y nos liberaremos de casi nada. Aligerar será vital, porque, en la vida, fluir ligero de equipaje sería lo aconsejable.
Esto parece un hilo de reflexión con un final previsible, pero no: Para saber si usted ha superado algo (y con ello puede liberarse de su peso), será expuesto a la oportunidad de volver a caer en ello, (la vida se encargará) y la actitud que usted tomará frente a esto, es la que demostrará si ciertamente lo habrá superado o no.
Si pensamos bien esa situación alejada de lo fácil y además, difícil de cambiar... cuando surja la repetición deberemos apreciar cambios; si hay superación, nuestra actitud también será otra, y con ello mejorará el impacto emocional de la misma, que llegará a desaparecer.
Puedo decir que es una sensación indescriptible cuando sucede. La vida nos sonreirá haciéndonos sentir: 'lo tienes superado'. Sabremos con certeza que, si se repite una situación parecida, nuestra actitud movilizará nuestro ser y seremos capaces de resolver la situación de manera óptima evitando todo lo demás. Especialmente el desgaste.
A muchos nos pasa que, bajo la presión del peso y responsabilidad, a veces, no encontraremos el ángulo para poder quitarnos peso de encima.
El cansancio no ayuda, aturde. Mientras tratamos de entender por qué la vida nos pone a prueba cada dos por tres.
La paz que tanto buscamos estará detrás de la emoción que nos agita. Y sin paz no tendremos energía que invertir en la consecución de los sueños.
No hay que olvidar que los sueños no tienen fecha de caducidad, ni son inamovibles, cambian y se adaptan a las posibilidades que la vida nos va proporcionando. Respiremos hondo y volvamos a intentarlo.
Ahora soy yo la que le imagina a usted sonriendo. No será fácil, pero sin duda valdrá la pena.
Merecemos lo que soñamos y casi todos soñamos por debajo de nuestras posibilidades. Recuerden que los pasos que nos acercan a los sueños, el combustible de la decisión, la ilusión, el esfuerzo, la constancia y la perseverancia.
Dedicado a todos los que al leer sonríen, desde San Lázaro, deseando que su equipaje pueda volverse un poquito más ligero y sus sueños un poquito más cercanos.
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