Grande
María Victoria Pablos Lamas
Lunes, 21 de julio 2025, 08:01
Aunque llevamos muchos días con más calor del soñado, un pequeño soplo de aire fresco que se cuela por mi ventana, juguetea conmigo. Me envuelve ... sin prisa, me reconforta...
Soñar despierto o soñar dormido, he aquí la cuestión. Dicen que un ser humano necesita como rumbo una combinación razonable de sueños. Por favor que los sueños sean profundos, sinceros y si encima conectan con tu propósito de vida; constituirán la vela que posibilitará que nos impulse el viento a favor.... Viento que me lleva a recordar cómo algunas personas me embelesaron de un modo sorprendente desde bien pequeñita. Fue su energía la que guardé y pensaré mil veces. Cómo puede ser que un instante nos puede remover tan dentro. (Su forma de mirar sincera, desprovista de prisa provocaba en mí una calma esencial, mientras me invadía su sencillez, su coherencia y esa energía positiva haciéndonos importantes a todos.) Inevitablemente se convirtieron en los primeros recuerdos esenciales.
Creo que ya han descubierto que lo que es para nosotros sabe encontrarnos y despertarnos ya que el universo tiene una manera increíble de guiar y de transmutar; de pausarnos o de activarnos y también de hacernos llegar los recursos necesarios para entrenar afianzar nuestra intuición. Sé que, aunque yo esté escribiendo en primera persona usted, quizás, ha empezado a sonreír (pensando y llevando mis palabras más allá) No deje de hacerlo, por favor siga, que, de eso se trata.
Particularmente creo que la intuición supera ampliamente la razón en la determinación del rumbo propio de la vida. Aunque la mayoría de las veces entender nuestra intuición lleva tiempo y necesita de nuestra sensibilidad y seguridad. Si no, pasará a ser una mera idea de la que quizás no nos dejemos llevar por si acaso.
Siempre he creído en el «orden de mi casa» siempre he respetado la coherencia. En contraste el universo me ha planteado retos que han sabido extraer aspectos de mí que otros ni si quiera atisbaron. Una de las cosas más bonitas que el ser humano puede experimentar es, precisamente, descubrirse en un modo inestimado. Inestimado por los demás e inestimado por uno mismo. Es como conquistarse desde nuestra propia construcción del ser y desde la libertad. Sobre todo, si uno lo hace en un aspecto constitutivo de su esencia.
No somos exactamente nada de lo que otros nos atribuyen. (No en el pasado, no en el presente). Tampoco somos lo que las circunstancias hacen de nosotros. No queremos ser seres estáticos, no nos engañemos: nadie puede serlo.
Puede ser bastante sencillo o tremendamente complicado saber exactamente lo que no somos, con lo que no nos identificamos y la energía que no nos hace sentir bien.
Sin embargo, ninguno de nosotros sabemos exactamente lo que podemos llegar a ser. Ninguno de nosotros sabe qué energías van a llegar o que energías van a cambiar con exactitud y cómo nos veremos influidos en estos procesos.
La vida será activamente modeladora de cada ser humano y no olvidemos, que la realidad la determinamos nosotros: seleccionando y haciendo relevancia, destacando: eligiendo lo que nos duele y eligiendo lo que nos sana. Colaborando activamente con el cambio y no resistiéndonos a él. Los hechos serán sólo eso. Cada ser humano construirá su realidad desde su propia percepción y acción desde su propio estado de consciencia y también desde su momento personal de desarrollo.
Ojalá no se pierda en los procesos, ojalá siempre encuentre el modo de tocar fondo y subir. Los momentos más delicados sobrevendrán si nos sentimos sin energía, agotados, estériles de ánimo y de fuerza.
Si esto le ocurriera sólo entienda que usted y su energía necesitan regenerarse. No olvide que tras esta «pausa de descanso y reconstrucción» la vida le está esperando, a su alrededor estará brotando el riachuelo, la hiedra, la nube y el sol... que la vida estará regenerando su raíz para que poco a poco su sonido vaya despertando deliciosamente sus sentidos.
Respetemos, vivamos, descubramos... Reinventémonos. Tengamos nuestros procesos. Seamos capaces de entendernos grandes. Seamos tan grandes que no haga falta que nadie nos aprecie desde fuera. Sepamos que crecer hacia dentro es la mejor y más noble forma de crecer (que tiene mucho que ver con la sanación y con la humildad)
La comparación no estará entre aquellos fenómenos constructivos. Ni lo estarán las etiquetas. Sobre todo, debemos aprender a liberarnos de estos dos tipos de enfoques para entender que cada persona necesita aprender a entenderse y valorarse con libertad, desde la gestión de su ritmo, desde el respeto por sí mismos y por ende, de los demás.
Ojalá aprendamos a desproveernos de etiquetas: ninguna atribución es continua, ni es excluyente. ¿Saben lo importante que es eso? No estamos obligados a nada, sólo tenemos que fluir... Nada más ni nada menos que eso.
Necesitamos movernos por el mundo sin desajustar lo vital. Ojalá lleguemos a sentir que la vida no nos pueda partir físicamente porque vamos a ser como el mercurio, capaces de unirnos y regenerarnos sin fin, guiados cada uno de nosotros por nuestra propia intuición.
Sonreír toca. Hablar de felicidad es tan complejo que merece la pena pausarlo para continuar otro día.
Dedicado a todos los que son capaces de pensarse mecidos por estas líneas y por la brisa fresca que el día de hoy se cuela sin poder ni querer evitarlo. Gracias por su maravilloso tiempo.
En días como hoy me gusta más pensar que leer, aunque, sobre este tema es imposible que no les recomiende el libro «el hombre en busca de sentido» el autor Viktor Frank.
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