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Paco Giraldo
Reflexiones desde la ventana

Los de Madrid

«Sensatez y más sensatez, prudencia y más prudencia, eso es lo que tenemos que hacer»

Paco Giraldo

Lunes, 22 de junio 2020, 01:06

El pueblo, los pueblos: siempre las mismas caras, los mismos vecinos a Perpetuidad.

Algunas veces estas palabras son un fiel reflejo a la realidad, otras te acostumbras y casi siempre terminas por aceptarlo; en definitiva, somos unos enamorados de nuestros pueblos que no cambiaríamos por nada del mundo.

Ese mismo enamoramiento que tenemos nosotros, los que vivimos en nuestros pueblos, lo tienen nuestros paisanos y familiares que viven en Madrid, o quizás más, ellos por las circunstancias que fueran un día, y sé que con mucho dolor, tuvieron que hacer la maleta y trasladarse a la gran urbe a buscarse las habichuelas.

En sus fábricas, talleres, obras, comercios o en cualquier otro sitio donde desplieguen su actividad o trabajo piensan que sus madrugones para sacar adelante a la familia se verán recompensados con la llegada del verano. Volverán a sus pueblos, esa es la meta fijada durante todo el año de trabajo y sacrificio, llegando a lo largo de los meses anteriores a preparar unos ahorros para fundirlos en sus pueblos, en sus ociosidades. Los abuelos los están esperando con los brazos abiertos y la despensa llena, también los amigos de toda la vida y los pequeños empresarios del comercio y la hostelería que gracias a los de Madrid hacen su agosto, que luego el invierno es muy largo y escaso en ventas.

Los de Madrid rellenan estos tres meses nuestros pueblos de alegría, de movimiento, de bullicio y también contribuyen a la economía, no solo en comercios y hostelería, también el fontanero, el albañil, el herrero, la tienda de ropa etc, notan el regreso estival de los de Madrid.

Las noches que a lo largo del año se nos pueden hacer tediosas, sales a comprar tabaco y posiblemente la única persona que veas sea al camarero que te habilita la máquina expendedora de la cajetilla. En verano con los de Madrid las noches son radicalmente todo lo contrario, no hay calle que no tenga coches, hamacas, sillas y tumbonas donde los de Madrid montan sus tertulias llenos de felicidad, son las clásicas noches al fresco de los pueblos. Ves la carretera llena de jóvenes armando su correspondiente ruido, y alguna que otra gamberrada que no pasa de ahí, los parques llenos de críos y las callejuelas más escondidas y oscuras con algunos principios de amor a hurtadillas. Tomarse las once a veces no resulta fácil, los bares estás todos llenos. Todos resurgimos ganando con la estampa que nos brindan nuestros paisanos de Madrid en verano. Los pueblos, nuestros pueblos tienen más vida y no podemos ni debemos olvidar que no son extraños, son tanto del pueblo y quieren tanto a su pueblo como nosotros. Muchos tienen su segunda residencia en él fijada, por la que pagan todos los arbitrios convenientes, por lo tanto ¿Quiénes somos nosotros para decir que no arriben como siempre lo hicieron? Esas cuestiones de prohibiciones tenemos que dejarlas para las autoridades sanitarias y políticas.

La situación es delicada, muy delicada, solo tenemos que ser conscientes de ello y comportarnos como nos están pidiendo las autoridades sanitarias y políticas, debemos cumplir a rajatabla lo que nos indican en cuanto a las medidas de protección. Que vengan los de Madrid en nada nos puede perjudicar si todos cumplimos las normas establecidas, son almas que tienen el mismo derecho que nosotros los del pueblo a disfrutar de su verano donde nacieron y se criaron hasta que tuvieron que emigrar por cuestiones laborales, no por que vengan nos vamos a infectar ¿o es que nosotros estamos inmunes y no podemos contagiar a nadie? No son unos apestados, nunca lo fueron, bastante han sufrido sin poder venir a ver a sus padres, abuelos, amigos y paisanos y dar una vuelta a sus casas. Otra cosa es que siguiéramos con el confinamiento, entonces habría que estarse en casa, ellos y nosotros.

Por mi parte, WELCOME madrileños y de otras comunidades, puesto que poseemos paisanos por todo el territorio nacional. Sensatez y más sensatez, prudencia y más prudencia, eso es lo que tenemos que hacer los de Madrid y los de aquí. Hagamos como esa preciosa canción de El Barrio invirtiendo el título: Y nos fuimos de Madrid y sin remordimiento, porque nos fuimos a nuestro querido pueblo. Sé de buena tinta que tenemos paisanos en Madrid que no se atreverán a venir, piensan que no serán bien recibidos y eso considero que no debería ser así. Hace tan solo dos o tres días me llamaba un amigo que visita el pueblo seguramente más que nadie, vive en otra comunidad, me comentaba que le daba miedo venir al pueblo por lo que pudieran decir de él, se sentía destrozado y temeroso porque quiere a su pueblo tanto o más que nadie y solo de pensar que se le podría dar la espalda le destrozaba estando sano como está.

Este virus que por desgracia nos ha tocado vivir a nuestra generación y que no responde a más razones que la de expandirse tenemos que aprender a convivir con el utilizando nuestras armas, que no son otras que: fuera euforias, usar mascarillas, aseo constante, y distanciamiento social. La ciencia está haciendo su trabajo en busca del antídoto y mientras eso llega aprendamos a convivir con esta pesadilla sin vetar a los de Madrid siempre y como he dicho antes las autoridades sanitarias y políticas lo autoricen.

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