LA PAZ Y LA EVOLUCIÓN

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Los árboles, los pájaros, las montañas, los mares, la vida e incluso la muerte que nos rodea, evolucionan con el ... tiempo. Una civilización del siglo XXI no puede creer en opresores del dolor, la sangre, y el asesinato. Todos los dictadores van en contra de cualquier concepto de la evolución. Algo falla en esas manos del cuchillo, en esas mentes obtusas y reaccionarias, en todos aquellos que le creen y apoyan.

¡¡¡Malditas guerras!!!

GUERRAS

Cuando termine el combate.

¡Mi capitán!, comenzará el ocaso,

y, con su espada de fuego,

golpeará las entrañas de la noche.

todo quedará grabado en el canto de los anacoretas.

El valle enmudecerá ante la terrible voz de la turba,

la abadía pintará de sangre la cripta centenaria,

y con el designio final del acero,

buscarán la ingenuidad: ¡siempre buscan al inocente!

Con la herida abierta por la furia del cuchillo

al grito cruel del verdugo, morirá el prisionero.

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La campana cederá su pecho de bronce

Y cesará su vuelo al borde del acantilado.

Después de todo lo ocurrido,

el martillo, sobre la losa gris de la tierra,

esculpirá su epitafio y su leyenda.

De ese modo morirá el cautivo.

Y allí, con su agonía, sucumbirá el combatiente,

ante la autoritaria fusta de hierro:

¡Arde la guerra, arde la muerte!

Ya relatan los escribas

el comienzo de la elegía.

Piensan que aquel que fue crucificado está sentado a su derecha, que una paloma de luz inmaculada concibió a fuerza del sacrificio, la tierra de los mártires. Que es por eso por lo que su cabeza idolatrada, vuela por los designios del bien y del mal.

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Piensan que una señora vestida de blanco, calla y escucha las oraciones de unas señoras vestidas de negro, aquellas que inclinan sus cabezas y sus secretos.

Piensan que Dios está hecho, sin decirlo a imagen y semejanza del peculio.

Piensan que, con su orgullosa y prepotente ira, ordenan los señores del suspiro, derramar la furia sobre los vencidos y que, en los bolsillos de estos, el oro agita sus corazones y la Paz de la plegaria.

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Si Dios existe, debe vivir cerca del fuego,

aquel que consume, la triste voz de los derrotados.

LA PAZ RECLAMADA

Convoco hoy, al hombre que quiere ser libre,

a la mujer que lleva, en las entrañas un hijo,

al niño que teje amorosamente una sonrisa.

Convoco el día donde sueñan los pájaros,

a la tierra que alimenta el perfil del forraje.

Quedan convocadas las esquinas para el beso.

Convoco las horas venideras,

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una a una, nacientes en sus cunas,

una mirada, un gesto y una palabra detenida.

Convoco la libertad en sus leyes de algodón

y, en los aires, la paz reclamada,

a los mortales que firman con el nombre de la concordia,

al alimento que lleva incrustado en homenaje,

el seudónimo libre del individuo.

Convoco la paz del júbilo y la risa,

la paz izada sobre los hombros,

a Picasso para que pinte su paloma serena,

a la paz cubierta de trigo

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y a un beso cubierto de paz.

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