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Las ocho religiosas de las Jerónimas que viven en un convento del siglo XV en la parte antigua de Trujillo tienen un deseo. Les gustaría que alguna institución o benefactor financiara la recuperación de una de las torres más antiguas y fotografiadas de la ciudad. Se trata de la torre de los Vargas, más conocida como Mirador de las Jerónimas o de las monjas y que forma parte de sus dependencias. Es también del siglo XV y hoy en día amenaza ruina.
La madre superiora, sor María Reina, tiene claro que con lo que ganan con la elaboración y venta de dulces no pueden hacer frente a esos gastos. Y eso que estos productos caseros –perrunillas, tocinitos de cielo y bizcochos– son manjares para el paladar. De hecho, tienen una gran aceptación, sobre todo entre los turistas.
El inmueble protagonista está en el patio del convento, muy cerca de la alcazaba trujillana. Además, da a una calle con bastante trasiego de personas. Aunque no está abierto al público, la superiora, acompañada de la octogenaria hermana Josefina, ayudada por su bastón, muestra a HOY este histórico y escarpado lugar para comprobar 'in situ' el mal estado del llamativo mirador.
La cubierta está hundida debido a las deterioradas vigas de madera existentes. Las escaleras ya son escombros. Las del primer piso eran de cantería, y las del resto, de madera, recuerda la hermana Josefina con una memoria privilegiada. También rememora que los pisos eran de ladrillo antiguo. Las religiosas han colocado una puerta para evitar cualquier incidente. El acceso al interior es casi imposible debido a los restos arquitectónicos caídos y por los excrementos de las palomas, que son las principales inquilinas ahora de esta histórica estructura defensiva.
Ante esta situación, Hispania Nostra, la asociación nacional dedicada a la defensa y promoción del patrimonio, ha incluido este mirador en su Lista Roja. Es una herramienta con el fin de dar a conocer, sensibilizar y actuar sobre elementos patrimoniales del territorio español en riesgo de desaparición.
Otra de las entidades que reclama a las instituciones que se solucione esta situación ha sido la asociación local Coloquios Históricos de Extremadura, preocupada por el patrimonio de la localidad cacereña. Y es que recuerda que Trujillo ya cuenta con seis enclaves dentro de esa Lista Roja. Por ello reclama medidas.
Las hermanas ya han puesto en conocimiento de la parroquia y del Ayuntamiento el estado de la torre. No les gustaría que desapareciera, al igual que sucedió ya con otras dos pertenecientes al antiguo palacio de los Vargas, ahora convertido en el actual convento. También se han puesto en conocimiento del Obispado de Plasencia. «Se está colaborando en la búsqueda de ayudas para intentar esa recuperación», se señala desde la parroquia.
La alcaldesa de Trujillo, Inés Rubio, explica que se han interesado por el estado de la torre, que forma parte del patrimonio local. «Nos hemos puesto a disposición de las religiosas para todo lo que necesiten y para echarles una mano en las gestiones que sean necesarias ante la Dirección General de Patrimonio», asegura. También ha dado traslado al departamento de Obras. Considera que lo primero que hay que hacer es un informe de la situación para conocer las medidas correctoras, con el objetivo de que no se caiga. «Es importante garantizar su estabilidad», añade al respecto.
Las religiosas saben bien cómo recuperar su patrimonio, y concretamente su propio convento. Tanto la hermana Josefina como la madre superiora, y ayudadas por la antigua dirigente del convento, recuerdan que se tuvieron que marchar en el año 1964 de su hogar por el mal estado en el que se encontraba. Además, no tenían agua corriente. Se trasladaron al palacio de los duques de San Carlos, junto a la Plaza Mayor. Allí permanecieron más de 45 años.
Mientras estuvieron en estas dependencias, fueron poco a poco recuperando su convento. Recuerdan que esas obras duraron 20 años. Para financiarlas buscaron ingresos con diferentes trabajos, como una lavandería, la confección de chalecos para El Corte Inglés y labores relacionadas con goteros. En San Carlos, además, comenzaron la elaboración de dulces con la que continúan. También obtuvieron dinero procedente del turismo. Además de ir recuperando su hogar, tenían que realizar trabajos de mantenimiento del propio palacio. «Nadie nos ayudó a recuperar el convento», rememoran.
Estas hermanas reconocen que su convento en la actualidad está en buenas condiciones, más allá de tener que atender mejoras puntuales. Por ello, insisten en la necesidad de centrar la atención en ese Mirador de las Jerónimas. Ponen de manifiesto además que con la cubierta deteriorada entra agua, lo que provoca que el deterioro sea mayor.
El cronista de Trujillo, José Antonio Ramos, destaca que esta torre es uno de los pocos inmuebles de la ciudad que conserva elementos mudéjares.
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