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José Antonio Hueso
Reflexiones desde la ventana

¿Información o desinformación?

«No nos podemos creer todo a la primera porque 'Aprender sin pensar, es inútil. Pensar sin aprender, es peligroso'»

José Antonio Hueso

Sábado, 16 de mayo 2020, 01:54

Parafraseando a Lope de Vega, un escrito, dando mi opinión, me manda hacer el amigo Javi Sánchez, redactor de HOY TRUJILLO, en versión digital, para la sección denominada 'Reflexiones desde la ventana'. El tema es libre, pero al ser posible que esté relacionado con la actualidad más inmediata: el confinamiento. Yo pensé que no hallaría tema, más ya me veo en el primer aprieto. Sigan Vds. leyendo y, al final veremos, si lo voy consiguiendo.

Sin pretender dar lecciones, el tema es que desde mi época de estudiante siempre tuve presente la frase hecha 'La información es poder', cuyo autor desconozco y, desde entonces, siempre he practicado su concepto, aplicándola a mi vida profesional y empresarial, no para tener poder en el sentido estricto de fuerza, sino para ser bueno, a ser posible el mejor, en esos ámbitos.

Posteriormente, en el transcurso de los años, me di cuenta de que su enunciado no me parecía del todo correcto, pues podemos tener abundante información, pero no saber manejarla o dominarla, en el sentido de conocimiento, hasta que leí la misma cita, con una coletilla, que venía a confirmar mis dudas sobre su concepto original: 'La información es poder, si utiliza con inteligencia', la cual me parecía más completa. Y así hasta hoy día.

Hago esta pequeña introducción, para tratar de entender, qué es lo que está pasando con los medios de comunicación y las redes sociales, en esta sociedad que actualmente estamos viviendo y, sobre todo, durante esta pandemia (confinamiento), donde la información nos llega por cualquier aparato electrónico que tengamos a mano: tv, radio, ordenador, teléfonos móviles, tabletas, etc., etc.

Hoy día tenemos acceso a cualquier información que deseemos obtener, o que nos puede llegar de nuestro entorno, cercano o lejano, de manera rápida y abundante, pero que nos supera fácilmente, sin poder dominarla (conocimiento), por su cantidad y variedad.

Al buscar algo en internet, nos conformamos con la primera entrada o respuesta que vemos en pantalla, sin seguir leyendo el resto de ellas, hasta tener una información completa o contrastada. Ítem más, si vemos las noticias en la tv, o las escuchamos en la radio, lo mismo: no nos paramos a pensar y tratar de ver otros canales o escuchar otras emisoras. Y así con nuestros teléfonos móviles (Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, etc.), y con los periódicos (noticias, artículos de opinión, etc.), sin darnos cuenta de que nos están dirigiendo, manipulando, porque vemos, leemos o escuchamos, algo con los que nos conformamos, sin entrar en más detalles.

Esta conformidad viene derivada porque tanto la noticia en sí, como el mensaje, o el comentario, nos toca el ego, bien de manera racional o visceral. Por simpatía hacia el que lo envía o por empatía con el contenido, pero sin analizar ni entrar en profundidades. De ahí lo de matar al mensajero.

Y como no quiero mencionar a nadie, ni a nada, me pongo por delante, como ejemplo, pues yo mismo he manipulado las noticias o mis comentarios en Facebook e incluso he actuado igualmente en el negocio. Previamente les pido perdón, pero veamos unos ejemplos, todos ellos justificados.

Los publicados en FB han sido: unas fotografías diciendo `esta mañana en la sierra de Guadarrama', cuando en realidad eran Las Villuercas; posteriormente he publicado, en el mismo medio, un artículo sobre las penurias de los empresarios, que ninguno de los seguidores se ha dado cuenta que no era mío, simplemente 'copié y pegué'. El último ha sido el sábado pasado, con una fotografía de la bicicleta en una gasolinera, con una simple pregunta, que cada uno ha respondido a su manera.

El caso del negocio es más grave, aunque hace bastante tiempo. Se trataba de un producto importado, el cual era muy caro con respecto a la competencia y además tenía fama de mala calidad. Puestos al habla con el proveedor extranjero, llegamos a un acuerdo en que dicho producto, que era el mismo (mismo material, mismo formato, etc.), nos lo enviaran embalado y marcado con la marca de nuestra empresa. Esto último hacía que el costo saliera un poco más barato (royalties), pero no mucho. Tuvieron tal éxito que, hasta el año pasado, todavía había distribuidores y clientes que los pedían, cuando ya hace bastantes años que no los importamos. Se trataba de demostrar que el producto era el mismo y que todo era consecuencia del subconsciente o mentalidad del cliente (ideas preconcebidas). No había truco, de verdad.

Con todo esto quiero decir que tenemos que ser más racionales que viscerales. Por deformación profesional y empresarial, siempre he tenido en cuenta que cuando alguien piensa o actúa, de una manera, es porque hay un motivo o causa que lo justifique. Incluso, cuando se produce un fallo en un proceso, hay que investigar donde está el origen de la falla. No echar la culpa al mensajero. Otra cosa es que estemos de acuerdo con el mensaje.

No nos podemos creer todo a la primera porque «Aprender sin pensar, es inútil. Pensar sin aprender, es peligroso». Esto lo decía Confucio, que vivió hace tiempo (551 a. C – 478 a. C.), y todavía no nos hemos enterado.

Que sean Vds. buenos, si pueden.

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