Si hay una forma objetiva de medir la calidad de vida en una población es por dos razones: por la calidad de sus espacios públicos ... y por la capacidad de movilización de su sociedad civil. Y muchos sociólogos piensan que cosa está relacionada con la otra.
Más allá de los recursos económicos o naturales que obviamente son imprescindibles, por encima de factores como la ubicación geográfica o las comunicaciones, una sociedad civil bien organizada y activa es la causa, y no el efecto, del progreso económico y social de una población.
Y en Trujillo, según mi humilde opinión, tenemos un grave problemas con ambos factores. En lo que a espacios públicos se refiere, tenemos cantidad, pero no tenemos calidad. En cuanto a nuestra capacidad para agruparnos socialmente en torno a algún tipo de objetivo, vamos cojos en ambos aspectos.
Equipamiento municipal: Bienvenido a los ochenta
En lo que a equipamiento municipal se refiere, además del ayuntamiento, tenemos dos pabellones polideportivos, dos piscinas municipales, bibliotecas, museos, mercado de abastos, teatro, mercado ganadero, oficina de turismo (en construcción) y un centro social para la Hermandad de Cofradías. Además de centros educativos y de salud, aunque estos son gestionados por la Junta de Extremadura.
Poco tengo que contar sobre el estado de los equipamientos municipales antes mencionados. Todos los trujillanos conocemos y sufrimos su estado. Aunque muchas de estas instalaciones cumplen su cometido con dignidad, la mayoría de ellas tienen más de 40 años y pocas cumplen los criterios de calidad y no digamos ya de belleza estética, que caracterizan los modernos equipamientos públicos de otras localidades.
El único que, a mi criterio, se salva, es el Centro de Alta Resolución. Aunque todos conocemos sus carencias en equipos y dotación de personal. Otra excepción es el I-Novo, todo un ejemplo de restauración de un espacio industrial en desuso, reutilizado para la puesta en marcha de un centro puntero, originariamente de carácter municipal, aunque gestionado actualmente casi en su totalidad por la Diputación de Cáceres.
Y luego está el Centro CETA-Ciemat, en el Conventual de San Francisco, que, tras una enorme inversión estatal, no parece que tenga mucha utilidad pública en este momento. Más bien que parece un espacio «hurtado» a los trujillanos.
Parálisis municipal
Parece, a veces, que Trujillo tuvo una época de esplendor y vorágine de creación de espacios públicos a finales de los 80, para luego estancarse en últimos 40 años. Las únicas excepciones son las instalaciones municipales creadas no para los trujillanos, sino para el turismo: el centro de interpretación de la Torre del Alfiler y el de los Descubridores. No quiero decir que no sean instalaciones necesarias ni oportunas, pero no son de gran utilidad para los ciudadanos de la localidad.
Salvados por la iniciativa privada
Todos hemos observado en los últimos años que, al mismo tiempo que se iniciaba el boom del turismo local, con la apertura de numerosos hoteles, restaurantes, casas rurales y alojamientos turísticos, las instalaciones municipales iban lentamente cayendo en la desidia y el olvido. Y cuando desde el ayuntamiento se ha intentado invertir en ampliar o modernizar instalaciones municipales, las cosas no han salido demasiado bien (reparación piscina municipal, nuevo mercado de abastos, piscina cubierta ...).
En lo que a infraestructura cultural se refiere, los esfuerzos inversores también han venido de manos privadas o extra municipales: El Conventual de La Coria, puesto en marcha por la Fundación Xavier de Salas, y la Real Academia de Extremadura en el Palacio de Lorenzana, restaurado y mantenido con fondos estatales y de la Junta de Extremadura.
Mención aparte merece el Palacio Barrantes-Cervantes, actual baluarte cultural de nuestra localidad, reformado por la Fundación Obra Pía de los Pizarro, con unas instalaciones inmejorables para la celebración de cualquier tipo de acto social o cultural. Aunque reconozco que, para alguien que cree firmemente en los servicios públicos, el hecho de que el único lugar suficientemente decoroso para organizar un acto institucional municipal sea el salón de actos de una fundación privada, no deja de ser un poco doloroso.
La sociedad civil de Trujillo
Esta situación de déficit en la calidad de las infraestructuras sociales municipales puede ser una explicación para la tradicionalmente escasa movilización social de Trujillo. Sin lugares públicos cómodos y eficaces donde reunirse, donde debatir, donde socializar e intercambiar ideas, la vida social se estanca.
En nuestra localidad, la vida social está protagonizada mayoritariamente por asociaciones de carácter religioso o deportivo, con la excepción de la Asociación Coloquios Históricos de Extremadura, la única, de carácter puramente cultural de nuestra ciudad, que no podemos olvidar, organiza de forma ininterrumpida desde 1971, el congreso histórico más longevo de Extremadura.
Es posible que muchos políticos disfruten con esta situación de parálisis social en la que todas las acciones y decisiones se toman desde el ayuntamiento y en la que la participación ciudadana se reduce a votar un domingo cada 4 años.
Únicamente el grave ataque contra nuestro patrimonio paisajístico por unas torres de alta tensión instaladas en el berrocal y el rumor del riesgo para el suministro de agua potable que la fábrica de diamantes puede suponer para Trujillo, han hecho salir a los trujillanos de su tradicional apatía en lo que a movilización social se refiere, y aún así, de forma minoritaria.
Visión a largo plazo
Estoy seguro de que la ciudad de Trujillo, por su gran extensión, elevado número de pedanías, escasa población y exigua capacidad de recaudación, no debe ser un municipio fácil de gestionar. Y convencido de que, en el ánimo de todos los dirigentes municipales de los últimos 40 años, siempre ha estado la intención de hacer lo mejor para los trujillanos. No obstante, siempre me ha dado la impresión de que, por los motivos que sean, nuestra localidad siempre ha estado gestionada como un pueblo de 400 vecinos, más que como una ciudad de 8.000 habitantes, uno de los destinos turísticos más importantes de Extremadura y uno de los «Pueblos más bonitos de España», donde se requiere una visión a largo plazo
Trujillo necesita un plan estratégico de inversión en instalaciones municipales para los próximos 20 años. Eso son cinco legislaturas, lo que implica que para diseñar ese plan deben estar de acuerdo los dos partidos con posibilidad de gobernar, de forma que, gobierne quien gobierne, el plan pueda seguir adelante sin interrupciones.
No se trata de hacer concesiones al partido en la oposición para que el gobernante saque ventaja. Ni de que la oposición bloquee al partido en el poder para evitar que se apunten el tanto. Se trata de ceder para ganar. Para que todos obtengan un beneficio. Los partidos por demostrar su capacidad de pactar para garantizar el futuro de nuestra ciudad y los ciudadanos por el resultado.
Nuestra localidad necesita una ciudad deportiva competitiva, una biblioteca municipal adaptada a las necesidades del siglo XXI, un archivo histórico con capacidad real de mantener a salvo nuestra memoria histórica, un teatro cómodo que no sea un reto para personas con movilidad reducida, una oficina de turismo digna de una de las ciudades más visitadas de Extremadura y un centro de convenciones que nos ponga en el mapa del turismo de congresos en nuestra región.
Los dos grandes partidos municipales pueden dejar de lado sus diferencias, que sobre todo lo son a nivel nacional, olvidarse de la polarización de la política estatal y centrar sus esfuerzos en llegar a acuerdos de largo recorrido para garantizar que los ciudadanos de Trujillo tengan las infraestructuras municipales que merecen, las instalaciones sociales que garanticen una sociedad civil activa y organizada que sea el auténtico motor del progreso económico y social de nuestra localidad.
Y los ciudadanos debemos empezar a exigirlo.
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