La estrategia de la provocación
De la matanza de Atocha a los discursos de odio actuales, pasando por la lucha contra ETA: la compasión, la solidaridad y el civismo como armas más poderosas que la reacción violenta
La provocación como estrategia política es una táctica antigua y persistente. Llevar al oponente a una situación límite mediante actos, palabras o gestos que desafíen ... sus principios y valores para que reaccione de manera violenta o irracional, era ya una táctica usada por Julio César contra los Galos.
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El objetivo es provocar una reacción, a menudo desproporcionada. para justificar una acción ulterior, desacreditar al oponente, ganar el apoyo de la opinión pública e iniciar un conflicto más amplio que beneficie los intereses del provocador.
La matanza de Atocha
Cuando en enero de 1977 un grupo de ultraderecha asesinó a 5 abogados laboralistas e hirió a otros 4 en la «Matanza de Atocha» en Madrid, los asesinos no buscaban debilitar el movimiento obrero ni desgastar al PCE. Pretendían otra cosa. El atentado fue una provocación. El verdadero objetivo era conseguir la respuesta violenta de los partidos de izquierda. Crear una situación de caos e inseguridad como excusa perfecta para un golpe de estado o alzamiento militar que abortase la incipiente democracia y devolviese el país a la senda del gobierno totalitario de la que, según ellos, España nunca debió salir.
El caso de ETA
En sus primeros años, ETA usó una estrategia parecida: atentar contra policías y militares para provocar una respuesta violenta que permitiese argumentar que el Estado español era un estado opresor y conseguir apoyo internacional para un proceso de autodeterminación aceptado por la ONU y la Unión Europea.
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Como esa estrategia no funcionó, ETA intentó que fuese la propia sociedad vasca la que respondiese violentamente para provocar una situación de dos bandos civiles enfrentados como en Irlanda del Norte. De ahí su táctica de atentar contra miembros del PP y PSOE, alcaldes y concejales principalmente, que culminó con el asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Sin embargo, los interpelados no se dejaron engañar. La sociedad vasca respondió, pero no en el modo en que ETA esperaba, sino dando un ejemplo de civismo y sangre fría que aisló a los terroristas y facilitó su desaparición.
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La respuesta serena de los demócratas
Tras la Matanza de Atocha, la consigna de no caer en la provocación del PCE fue escrupulosamente seguida por todos los asistentes. Un clamoroso silencio protagonizó el entierro de los abogados asesinados. No hubo protestas, ni gritos, ni actos violentos. Una manifestación convocó a centenares de miles de personas que dieron ejemplo de civismo y no respondieron al hostigamiento. No hubo respuesta violenta. No se cayó en la provocación.
Para muchos historiadores, esta demostración de la voluntad de la sociedad española de avanzar hacia la democracia y superar la etapa de la dictadura, tuvo un impacto decisivo en la Transición, aceleró el proceso de legalización del PCE y ayudó a generar un mayor consenso político en torno a la necesidad de consolidar la democracia y condenar la dictadura.
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La respuesta cívica del pueblo vasco
Del mismo modo, y aunque hubo algunos conatos de «guerra sucia» las fuerzas de seguridad del Estado en general y la sociedad civil vasca en particular mantuvieron el tipo en los años 80 y ni los más sanguinarios atentados lograron que el ejército se alzase violentamente contra los asesinos. Ni tampoco consiguieron que la sociedad civil vasca crease un grupo armado para defenderse de los terroristas.
Todo un ejemplo de civismo, democracia y uso proporcionado de los medios policiales y la legislación antiterrorista que acabó aislando y debilitando a los asesinos, al no caer en sus provocaciones.
Lecciones para el futuro
Es difícil adivinar lo que sucederá en el futuro, pero gracias a la Historia podemos aprender del pasado. Estos episodios históricos nos enseñan algo: que la solución para vencer a los violentos, a los que no respetan los derechos humanos, a los que por la fuerza pretenden imponer sus ideas, no es la violencia. Funcionan mucho mejor la resistencia pacífica, la serenidad, la sangre fría y civismo.
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Y estas lecciones nos pueden servir para encarar algunos retos con los que nos enfrentamos en la actualidad. Y es que la estrategia de la provocación es la misma que algunos partidos quieren emular al criminalizar a los inmigrantes, como en Torre Pacheco, o al prohibir que los musulmanes puedan celebrar sus fiestas con normalidad en España, como en Jumilla.
Todos sabemos que partidos que saldrían más beneficiados que otros si los inmigrantes cayesen en la provocación y optasen por una respuesta violenta a las presiones. La estrategia de la provocación de esos partidos está bien clara.
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Resistencia cívica y no violencia: Gandhi y Luther King
Vistos los antecedentes históricos, también parece evidente cual es la forma de neutralizar a los provocadores. Es la misma táctica que inauguró Gandi en los años 40 cuando derrotó a todo un imperio, consiguiendo la independencia de la India de forma pacífica.
La misma que, años más tarde usó Martin Luther King para combatir la segregación racial y gracias a la cual consiguió grandes avances en derechos civiles para los afroamericanos en EE. UU, a pesar de su asesinato: resistencia cívica y no violencia.
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Venciendo a los provocadores
Esperemos que en la España del siglo XXI la comunidad inmigrante, que tanto está colaborando al crecimiento de nuestra economía y al enriquecimiento de nuestra cultura, no muerda el anzuelo de la provocación. Aunque seguro que les resultará mucho más fácil si se ven apoyados por aquellos que no comulgamos con las tesis del odio, la xenofobia, el racismo y la violencia.
Y es que, aunque la provocación es una poderosa herramienta política, no es invencible. Puede combatirse si la identificamos y la exponemos. Para ello necesitamos transparencia, medios de comunicación independientes y eficaces, instituciones fuertes y ciudadanos responsables dotados de sentido común y espíritu crítico, que no se dejen arrastrar por los bulos que inundan las redes sociales.
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Un nuevo capítulo en nuestra historia
No culpemos de todo a los políticos. Las herramientas básicas para combatir a los provocadores están a nuestro alcance. La compasión, la solidaridad y el civismo son las bases de una sociedad justa. Debemos ser nosotros mismos quienes, con nuestra voz y nuestras acciones luchemos contra la estrategia de la provocación, escribiendo un nuevo capítulo en nuestra historia colectiva. Uno donde la humanidad y la razón prevalezcan sobre el odio el racismo y la mentira.
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