Mucho se ha escrito sobre la mediática condesa de Romanones, durante muchos años habitual en las revistas de sociedad. Famosa por su faceta de escritora, ... por sus fiestas con los Windsor, su amistad con la duquesa de Alba o su relación con los actores más populares de Hollywood, es menos conocida la influencia que tuvo en la recuperación del casco histórico de Trujillo tal y como hoy lo conocemos.
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Orígenes
Aline Griffith, nacida en Pearl River, Nueva York, en 1923 y periodista, trabajaba como modelo de alta costura cuando fue reclutada con 20 años por la OSS (Oficina de Estudios Estratégicos, antecesora de la CIA). Fue destinada a España durante los últimos coletazos de la II Guerra Mundial.
Aunque ella afirma en sus libros que recibió un duro entrenamiento como agente y asegura que participó en varias misiones, si simplemente fue una empleada de la sala de encriptación de la embajada estadounidense o si fue una agente de campo con «licencia para matar» es algo que, por la propia naturaleza de su trabajo, sigue envuelto en el misterio.
Más conocida es su relación con la alta sociedad española de la época. Se casó en 1947 con Luis de Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno, X conde de Quintanilla, quién posteriormente heredó el prestigioso condado de Romanones que lleva aparejado el título de Grandeza de España. De esa forma, Aline se convirtió en la III condesa de Romanones.
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El conde de Romanones
Pero antes de casarse, la futura condesa aún pudo conocer el famoso primer conde de Romanones, abuelo de su futuro marido, quién dio su bendición al matrimonio.
El abuelo era nada menos que Álvaro de Figueroa y Torres, uno de los principales protagonistas del periodo histórico de la Restauración. Ya con 84 años y tras una breve entrevista, el anciano conde aún tuvo la lucidez para captar la personalidad de Aline y autorizar el matrimonio para aportar sangre nueva a una familia que, hasta entonces, solo había emparentado con otros miembros de la aristocracia española.
El descubrimiento de Pascualete
Tras su boda en 1947 Aline Griffith y Luis de Figueroa se establecieron en Madrid. En 1950 Aline se enteró de que su marido poseía extensas posesiones en Extremadura, entonces una de las regiones más pobres, atrasadas y peor comunicadas de España. Y fue ahí comenzó su fascinación por Extremadura y su relación con Trujillo.
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Finalmente decidió visitar la Finca Pascualete, situada entre los términos municipales de Santa Marta del Magasca y Trujillo. Una propiedad cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XIII, que llegó a la familia como obsequio real por las heroicas acciones de Fernán Ruiz de Altamirano en la batalla por la Reconquista de la ciudad de Trujillo en 1232.
Su primer viaje a principios de los años 50 fue toda su odisea. Y lo que se encontró en la Finca Pascualete, a unos 25 km de Trujillo, fue un precioso pero descuidado palacio que la condesa se empeñó en restaurar concienzudamente durante años, hasta convertirlo en la moderna finca de caza y producción quesera que es actualmente.
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Aline fue una anfitriona destacada y convirtió Pascualete en punto de encuentro para figuras de relevancia internacional: Audrey Hepburn, Ava Gardner, Lola Flores, los duques de Windsor, la duquesa de Alba o Lauren Bacall, visitaron la finca y muchos pasearon por Trujillo. Aunque los que más tuvieron que ver con la restauración de Trujillo no pertenecían a la jet-set sino al mundo de la cultura.
La historia de Trujillo empezó a cambiar el lluvioso fin de semana de la primavera de 1969 en que Aline Griffith invitó a Xavier de Salas y Carmen Ortueta a Pascualete y les ofreció una visita al casco histórico de Trujillo.
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Xavier de Salas y Carmen Ortueta
En su primera visita, el matrimonio Salas-Ortueta quedó impresionado por la belleza y afligido por el abandono del casco histórico de Trujillo. En palabras de Xavier de Salas, entonces subdirector del Museo del Prado:
«No pudimos imaginar que de esa primera visita surgiera como por un flechazo amoroso, nuestro asentamiento en Trujillo. Fue la generosidad extremeña que brota del corazón grande de Extremadura la que nos animó a asentarnos en una tierra que, por haberla adoptado libremente mi mujer y yo, consideramos como propia.»
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Desde ese primer «flechazo» el matrimonio, encandilado por la belleza y preocupado por el deterioro del casco monumental, puso todo su empeño en conservar y restaurar el patrimonio histórico de Trujillo. Fueron dos organizaciones surgidas de la propia sociedad civil las que más contribuyeron a ello. Por un lado, la Asociación de Amigos de Trujillo, creada por el matrimonio Salas-Ortueta. Por otro, el Centro de Iniciativas Turísticas creado por los propios trujillanos y convertido actualmente en la Asociación Cultural «Coloquios Históricos de Extremadura».
Influencia en Trujillo
Así, la casual invitación de la condesa de Romanones a un matrimonio relacionado con el mundo de la cultura puso en marcha una secuencia de acontecimientos que acabaron influyendo de forma decisiva en desarrollo de nuestra ciudad. En palabras de Xavier de Salas:
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«Al recorrer la Villa conducidos por la condesa, hasta tal punto nos contagió su entusiasmo, que en ese mismo paseo decidimos afincarnos y vivir aquí. Aquella misma noche, en la sobremesa, surgió la idea de la Asociación.»
La fascinación de los Salas-Ortueta dio lugar a la creación de la Asociación de Amigos de Trujillo en 1971. La asociación facilitó la ubicación en Trujillo de la Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras en 1979 y la posterior reconstrucción del Palacio de Lorenzana como sede de la misma. Finalmente, en 1981 se puso en marcha la Fundación Xavier de Salas en el Convento de La Coria.
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Simultáneamente, desde el Centro de Iniciativas Turísticas se creó la Oficina de Turismo, se comenzó la formación de los primeros guías turísticos, se iniciaron las gestiones para la puesta en marcha de un Parador de Turismo en Trujillo y empezaron a organizarse los Coloquios Históricos de Extremadura, que se siguen celebrando en la actualidad.
Algunos de los miembros dela Asociación de Amigos de Trujillo adquirieron propiedades en la zona monumental, que fueron rehabilitadas como residencias particulares contribuyendo a la reconstrucción del casco antiguo de la ciudad. Posteriormente, gracias a los fondos europeos y a la colaboración de las distintas administraciones, se pudieron mantener y ampliar las labores de recuperación.
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Proteger el patrimonio involucrando a sus habitantes
En la actualidad, la Asociación de Amigos de Trujillo ha cesado en sus actividades, pero la Fundación Xavier de Salas, la Real Academia de Extremadura, los Coloquios Históricos de Extremadura y más recientemente la Fundación Obra Pía de los Pizarro, han proporcionado una dimensión cultural apoyada en la protección del Patrimonio, que ha sido la base del desarrollo turístico y económico de nuestra ciudad.
La invitación de Aline Griffith fue el catalizador que movilizó a Xavier de Salas y Carmen Ortueta. Su entusiasmo se materializó en asociaciones que demostraron que la mejor forma de proteger el patrimonio es involucrando a quienes viven en el territorio. Este irrepetible ejemplo de colaboración de la sociedad civil, iniciado a mediados del siglo XX y que debe ser siempre apoyado por las administraciones públicas, debe ser el motor que ayude a situar a Trujillo como referente cultural internacional en el siglo XXI.
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