Un encierro para proteger a los mayores hasta la segunda dosis
Los trabajadores de los pisos tutelados de Madrigalejo se han aislado en el albergue municipal
La pandemia está dando a conocer acciones solidarias convirtiendo a vecinos en héroes anónimos. En esta ocasión, Madrigalejo cuenta, desde el pasado viernes, con nueve nuevas heroínas y un nuevo héroe. Son los trabajadores de los pisos tutelados, que se han encerrado en el albergue municipal para evitar ningún contacto exterior y así no convertirse en la puerta de entrada de la covid para sus 23 mayores.
Tanto estos residentes, como los empleados están pendientes de que reciban la primera dosis de la vacuna. La idea es que este encierro dure hasta que se pongan la segunda dosis, minimizando así los riesgos de contagio y no echar a perder esas vacunaciones. Antes de iniciar este encierro, la plantilla pasó por una prueba PCR, dando todos negativo.
El alcalde, Sergio Rey, apunta que había que extremar las precauciones y evitar cualquier tipo de riesgo. «Eso significaba aislarse», sentencia. Además, hay que recordar que este municipio ha contado con una alta incidencia de contagios en las últimas semanas. «Aunque ha sido a propuesta del ayuntamiento, ya lo teníamos pensado», remarca la coordinadora del centro Guadalupe Fuentes. La previsión es que ese aislamiento dure un mes.
Comenzó a última hora del pasado viernes. Fefi, María José, Janet, África, Inés Mari, Paqui, Pili, Guadalupe Ballesteros, Rubén y la propia coordinadora tan solo saldrán del albergue para cumplir con sus turnos para el cuidado de esos mayores. Son en total seis auxiliares, dos cocineras, una enfermera y la coordinadora. Entre ellas se repartirán todo el trabajo. «Sabemos que es un esfuerzo titánico y lo han aceptado», resalta el regidor.
Comodidades
Para ello, el Ayuntamiento ha habilitado el albergue con las máximas comodidades posible. Además de las camas pertinentes y las taquillas, se han puesto zonas de descanso y espacios comunes, como un salón con mesas comedor y sofás. Todo ello se une al avituallamiento necesario para estos días, tanto de comida como de higiene personal. «Hemos intentado que estas instalaciones se acerquen lo más posible a un hogar», matiza Rey.
Aunque este grupo de personas ha entrado con mucha ilusión, reconoce que estas semanas serán duras sin tener contacto con sus familias. Muchas de ellas tienen hijos pequeños, que quizá es lo que más se eche de menos. Los pondrán ver a través del patio vallado del albergue, pero sin tener ningún tipo de contacto. «Sabemos que vamos a tener días de todo, desde risas y buenos momentos hasta días de bajón», apunta la coordinadora.
En un principio, lo tienen todo organizado. Han hecho cuadrantes para que, las personas que no estén trabajando, puedan limpiar las instalaciones y hacer la comida. La ropa se lavará una vez a la semana, ya que solo hay una lavadora. Para los tiempos de asueto, se tiene televisión e internet. Además, «no podía faltar un bingo», junto a otros juegos de mesa, remarca Guadalupe Fuentes.
La energía que necesitarán estos días les llegará al saber que tienen tanto el apoyo de sus familiares, como «de todo el pueblo». También han recibido el agradecimiento de esos mayores.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.