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María Victoria Pablos Lamas
Entre el antes y el después
Reflexiones desde la ventana

Entre el antes y el después

maría victoria pablos lamas

Lunes, 27 de junio 2022, 08:36

Desde el reposo de hoy y escuchando cómo suenan los coches cuando pasan, me doy cuenta del carácter casual de las circunstancias que nos envuelven. Da igual la edad que tengamos, todos, hasta los niños nos vemos inmersos a veces en océanos sin llegar a buscarlos.

Quién no se ha sentido a veces con el agua al cuello, con esa terrible sensación de amenaza que apenas te deja pensar o respirar.

Desde nuestra posición de observadores y de motores en nuestra vida, caben situaciones de este tipo que van a ser de lo más variado, si no lo han sido ya. No hay dos abismos iguales. Cuando suceden, la tormenta de emociones no cesa y en muchas ocasiones llegamos a un estado de bloqueo y de tristeza que nos asfixia.

Los demás nos verán desaparecer. No miraremos igual, huiremos de estar... En definitiva, no tendremos apertura hacia el exterior.

El tiempo que dure ese trance doloroso nos pondrá al límite que lo podamos resistir, y ello nos atacará el cuerpo y el alma.

Es muy duro para cualquier ser humano afrontar esas situaciones sin influencias positivas exteriores. Las personas más herméticas leerán para recibir dicha fuerza. Muchos mortales tenemos ojos y abrazos cercanos que nos ayudarán a enfocar.

Es importante prestar atención a estos momentos y a estas personas: las estrellitas de nuestro camino.

A menudo las personas desde el abismo esperarán a que la mejoría de las situaciones llegará igual que llegó el océano, sin más. Y sí, algunas veces eso pasará, pero, los daños internos que sufriremos no desaparecerán sin dejar severas huellas.

Puedo decir con seguridad, que imbuidos en estas circunstancias no vamos a ser conscientes de lo importante, ya que enfocaremos en lo de fuera y no seremos capaces de ver que la solución a nuestro alcance estará en trabajar y reconstruir nuestras fortalezas interiores. Sí, así es. Todos somos potencialidad, y en estos momentos de batalla, la potencialidad, estará desactivada, no llegaremos a reconocerla. Que lleguemos a abrir el camino, bajo la influencia del peso del océano, resultará agotador a todos los niveles.

Invisibles, desarmados y aturdidos, cuesta saber por dónde empezar.

Pero como todo en esta vida cambia si nosotros cambiamos, tendremos que recordar nuestra esencia. Daremos un solo paso. El primer paso, el más importante, es el más difícil de dar… pero nos saca de ese lugar oscuro donde estamos.

Enfocaremos. Qué somos o de qué pasta estábamos hechos cuando nadie nos veía, cuando no sentíamos influencias. Recordémonos a nosotros mismos en esa situación de autonomía. Ello nos otorgará consciencia de esa potencialidad. Nuestra esencia no desaparecerá en ningún caso. Todos volveremos a vibrar expandiendo nuestra energía cuando estemos en el punto adecuado de afinación con la vida. Todos somos la energía que desprendemos.

Por eso, si usted está sonriendo, sepa que la fuerza renacerá en usted, si su alma y su corazón se sintonizan para intentar afrontar cada nuevo paso, sobre todo bajo el respeto de su esencia. No importan los obstáculos, camine, salte y vuele para salvarlos; con ello comenzará esa reconstrucción interior.

Nada cambiará tan rápido como necesitamos, permítanse el proceso. Acerquen sus pasos y resuelvan cada día. De uno en uno, sin pensar en nada más. Sin miedo a ir despacio, lo que debe alarmarnos es volver a estar congelados.

Sólo puedo decirles que vivimos rodeados de personas que se encuentran en este trance. Deseo que podamos ser influencia positiva para reconocer estos momentos en nuestros seres cercanos para que no resulten absorbidos por la invisibilidad.

La potencialidad humana no se crea ni se destruye solamente se transforma... quién sabe si cuando se vaya el océano nos llegaremos a sentir orgullosos de la transformación que hayamos alcanzado. (La experiencia siempre formará parte de nosotros).

Recuerden que nosotros las luchamos todas y de todas, todas hasta el final.

Dedicado a todos los que al leer sonríen, «desde mi último después» y con la energía de muchas personas que luchan y ayudan a luchar a otros.

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