josé cercas
Jueves, 9 de febrero 2023, 09:28
Nada ni nadie puede decir poesía,
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porque la poesía debe su misterio
a la sangre de los honestos,
a los estuarios donde tiritan los peces del frío,
a la sangre que lleva implícita en su garganta,
su prudente paseo por el corazón.
La poesía no debe existir en la boca del hombre:
¡el hombre no es poesía!
La poesía nace de la tierra de los sin tierra,
fluye como los manantiales
y baja a teñir de casta,
las patrias de los hombres cuchillo.
La poesía navega a bordo de una paloma,
como si en su cuerpo, tan solo tuviera,
letras y sangre bajo las plumas.
La poesía es la parte indivisible
de la palabra osadía,
la carne callada que devora el cóndor,
ancla olvidada que duerme bajo el mar.
Nadie es nada, si su palabra no es poesía,
si su voz no es la parte del verbo
que genera el aliento,
si no avanza por sus mejillas las gotas de lluvia,
si las alcantarillas no van a morir
a los jardines de mar.
La poesía es el llanto que precede al contacto,
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la muerte del hambre en la boca del tirano,
el cuenco donde fenece el fuego y la blasfemia.
La palabra no es nadie, si al decir poesía,
no es poesía de lo que nos habla.
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