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maría victoria pablos lamas
Jueves, 30 de diciembre 2021, 08:25
Vivimos con ganas de cerrar los ojos para abrirlos y sentir que todo sea como antes...
Sin querer en estas fechas llegan las tardes sin tanta luz, y los días en los que el sol no llega con intensidad se vuelven monótonos y algo más difíciles de llevar...
Y en ese itinerario más o menos encontramos, cada doce meses, la Navidad.
Los afortunados que vivimos con niños nos dejamos envolver por el impulso vital que transmiten. Renace la ilusión y reinventamos el tiempo.
Sabemos que los años le han ido dando bocados a cada corazón y es inevitable no pensar en las personas que ya nos faltan. ¡Qué daríamos nosotros por tener un poquito de presencia física y materializar un abrazo más!...
Los pequeños con su pasión desmedida, su energía limpia y su mirada inquieta, se convierten en verdaderos maestros y fuente de inspiración. No hay nada mejor que compincharse con ellos y dejarse emocionar.
Mas no siempre hay niños y conviene descubrir que los adultos de toda nuestra vida siempre vivieron la Navidad con luchas internas. La vida te enseña a reinventar navidades, cuando la tristeza comienza a ganar espacio en tu vida, no antes.
Y posiblemente tenga usted una lágrima asomando en sus ojos y sonría un poquito más si sigue leyendo.
Los adultos de nuestra vida tenían recuerdos tristes y a pesar de ello construyeron recuerdos imborrables con nosotros.
Estoy pensando en una casita preciosa donde los Reyes Magos siempre dejaban mensajes de lo más enternecedores junto a los regalos. (Tanto que, para mí, esos mensajes eran el maravilloso regalo insuperable por nada).
También estoy pensando en otra casa maravillosa donde nunca vi cosa igual. La reunión de toda la familia a cada momento. Donde el número de integrantes de la familia crecía y desbordaba aquella numerosa reunión. (Donde el orgullo humilde de los abuelos y sus miradas hacia su familia no podían ser superados).
Sé que ustedes están pensando en sus personas especiales y sé que son muchísimas...
Y si pensamos un poco más, la Navidad no importa tanto, porque, las personas y recuerdos imborrables no se concentran únicamente en esta estación. Vivir es más sencillo con una sonrisa y con amabilidad, pero, requiere un entrenamiento preciso.
El gran reto será por lo tanto 'Aprenderse aprendiz', porque la vida se encarga de descubrirnos el modo de caminar en cada momento y nos lleva a poner en duda lo que antes funcionaba que ya yo. Y no pasa nada. Así es vivir. Es imposible saberlo todo y en cambio es necesario preguntarse cada mirada.
Cada ser vivo necesita adaptarse a lo que le llega, pero también necesitamos dar, y para dar hay que mirar, hay que escuchar y hay que ser (ser es necesario primero). Y aquí cuanto más practiquemos más agarrados al mundo estaremos. Y además es una revolución silenciosa capaz de rescatar a cualquier persona despistada.
No sabemos lo maravilloso que es inspirar... Nunca sabemos quién está observando.
Pero sobre todo no dejen que la nostalgia, la tristeza y el letargo les roben demasiado, porque nunca saben qué tesoro les cambiará la vida en su próximo giro.
Dedicado a todos los que al leer sonríen.
¡Gracias! Todos, a cualquier edad, sabemos lo que somos, pero, no sabemos lo que podemos llegar a ser.
Por favor, permítanme mandar con este artículo un 'dedicado especialmente' a la familia de Pablo Sierra, a sus amigos y conocidos. La vida no nos devolverá respuestas, pero nos dará razones por las cuales podremos volver a respirar para seguir viviendo.
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