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Claudia Camacho Kelsey en la plaza Mayor, antes del confinamiento
«El amor se hace más grande y noble en la calamidad»
Reflexiones desde la ventana

«El amor se hace más grande y noble en la calamidad»

«No sé que pasará en el futuro pero lo vivido desde la ventana de mi casa no lo cambio por nada»

Claudia camacho Kelsey

Miércoles, 3 de junio 2020, 07:43

Marzo 2020, era el comienzo de una nueva primavera similar a las quince primaveras que he vivido en Extremadura, con sus campos llenos de flores silvestres, dehesas, aves, orquídeas, mariposas y libélulas. Todos ellos un año más los protagonistas de mi mundo y el de los turistas provenientes de España y de varias partes del mundo que nos visitan para disfrutar de la naturaleza.

De repente todo esto cambió, toda la atención y el trabajo enfocado a los clientes y al negocio dio un giro hacia el pequeño mundo de mi casa y de mi hogar. Se movieron los cimientos de vida, trabajo y futuro. Me preguntaba por qué un confinamiento, por qué este virus, por qué en la época de más trabajo. Al mirar más allá de mi ventana escuchaba a los amigos, vecinos, colegas y a miles de personas en el mundo viviendo con igual, menor o mayor intensidad sus propias historias, sus propios dolores, preocupaciones y frustraciones.

Pasaron unos pocos días con mis sentimientos subiendo y bajando como una montaña rusa. Fue entonces cuando empecé a sentir que había llegado la hora de mi catarsis. La palabra catarsis proviene del griego 'kátharsis' que significa 'purificación' o 'purga'. Aristóteles usó la palabra catarsis en su obra La Poética para explicar la tragedia griega como un proceso purificador del alma humana, de liberación de energía negativa.

Recordé los años vividos en la India. Busqué en el fondo de mis archivos los ejercicios de respiración y meditaciones que aprendí en esas bellas tierras, pero que había olvidado por las obligaciones y responsabilidades del trabajo.

Después de dos semanas de cuarentena mi rutina había cambiado, con mi mente y mi cuerpo en calma comencé a buscar contacto con el mundo exterior. Empezaron las tertulias de diferentes temas por Zoom y Skype con la familia, los amigos cercanos y lejanos, con los amigos de la infancia y de la universidad, desde Australia hasta Inglaterra. Fue como volver a mi ser, a mi fuente. Organicé algunos grupos para hacer meditaciones y respiraciones grupales online. Entendí como cada uno de nosotros estaba viviendo individualmente esta pandemia. Comprendí que nos necesitamos unos a otros, que el cambio empieza en casa, en el interior de cada uno de nosotros, pero sin olvidar que la colaboración, la cooperación, la solidaridad y la empatía nos hace más fuertes. Quiero dar gracias a todos estos amigos y familiares que en estas semanas hemos trabajado juntos reconectando con lo esencial.

Empieza la desescalada, la naturaleza ha tenido un merecido descanso, ha tenido más libertad para llegar donde los humanos no le habíamos permitido. Confío en que la conciencia ambiental y la protección de nuestra madre tierra siga creciendo. Vivir en un entorno rural me ha dado tiempo y espacio para ser yo, ahora con más ganas saldré a disfrutar del paisaje de Extremadura y de este bello mundo abrazando árboles y contemplando estrellas.

No sé que pasará en el futuro pero lo vivido desde la ventana de mi casa no lo cambio por nada, he podido compartir con la familia momentos especiales y he vuelto a recordar que es lo verdaderamente importante. Como dice una frase que escribió mi compatriota Gabriel García Márquez en su libro Amor en los tiempos del cólera: «El amor se hace más grande y noble en la calamidad».

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