

José Cercas
Viernes, 10 de marzo 2023, 06:57
Aquí, amiga mía, la vida viene a buscarnos
con su eterna vocación de navegante,
en este ángulo oscuro donde danza la noche
en su simetría de tiempo y aguaceros.
Donde el ojo mira la desnuda altivez del lirio
o el hondo ronroneo del agua.
En este ángulo de espejos y alegría,
tan solo escucho la voz de quien entona
la noche del beso en los labios del cosmos.
Tan solo siento la mano de quien intuye
un mundo de horizontes y versos,
tan solo veo las sílabas que abren ventanas
y nubes de neón en la oscura y terca
tempestad del silencio.
Aquí, amiga mía, las sílabas que vuelan
sobre los amuletos del musgo.
En este lugar tan agrio, amiga mía,
yo escribo sobre el dulce tintineo
que produce la luz en el viento
cuando se asoma con cada crepúsculo,
por los balcones, sobre los ojos de nata de las sombras
o por calles antiguas, cubiertas de amanecidas.
Aquí, amiga mía, te dejo el deber de ser feliz,
la pena que intuyo, el trueno que duerme en la noche,
y otra vez el deber de enamorarme,
tantas veces como mi corazón lo solicite,
una y otra vez, así callado,
por veredas cubiertas de rosas,
con rostros abiertos a la risa.
Aquí, amiga mía, la vida con su deber de epitafio
nos recuerda, cada día, que estamos vivos,
que siempre estamos en el comienzo,
yo sueño por ello y lloro y canto
sobre la dulce y lenta agonía de un poema.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.