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José Maria Pérez de Herrasti junto con el sacerdote Miguel Ángel Ventana y otros feligreses JSP
Las obras del mecenas trujillano ya tienen museo

Las obras del mecenas trujillano ya tienen museo

José María Pérez de Herrasti ha donado numerosas piezas de gran valor para crear este proyecto

Javier Sánchez Pablos

Sábado, 8 de septiembre 2018, 08:50

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José María Pérez de Herrasti intenta pasar desapercibido. No le gusta hablar en público. «Hablo con mis hechos», aseguró hace unos días en el acto en el que participó. En ese momento, en un tono emocionado y más desenfadado de lo habitual, apuntó que su objetivo ha sido siempre devolver el esplendor que tuvieron los templos en antaño y que, por avatares de la historia, lo perdieron en gran medida. Con esta idea, este mecenas de Trujillo lleva décadas financiando intervenciones en iglesias para la recuperación del patrimonio. También ha donado obras de arte.

Ahora, a sus 84 años, con una buena memoria y con agilidad para subir escaleras apoyado en su bastón, ha visto hecho realidad uno de sus anhelos desde hace tiempo. Se trata de la puesta en marcha de un museo con numerosas piezas y obras de arte que ha ido adquiriendo en casas de subasta durante más de quince años. Está ubicado en la parte de arriba de una de las alas de la iglesia de San Martín, con vista a la plaza Mayor trujillana. Incluye la antigua casa del capellán y va desde el coro hasta la sacristía, que se hace accesible para el público. Todo ese rico patrimonio ha sido donado a la parroquia.

Uno de los impulsores de esta iniciativa ha sido el párroco Miguel Ángel Ventana, que ha dado facilidades para que Pérez de Herrasti deje esos elementos de valor en la iglesia. Para ello, ha precisado numerosas conversaciones además de mucho empeño. También han necesitado traer obras que estaban en Madrid con los cuidados idóneos.

Muy variado

Este museo es muy variado y cuenta con piezas que datan desde el siglo XIV. Ejemplo de ello es una colección de cruces procesionales. También hay pinturas de artistas y escuelas de reconocido prestigio, así como cálices, casullas y llamativos muebles, algunos del siglo XVIII e, incluso, una gran lámpara con diez kilos de plata que se encuentra en la sacristía. «Son colecciones sagradas de diferentes épocas, con las que se hace un recorrido a lo largo de la historia de la fe y de la Iglesia», explica este sacerdote.

Reconoce que también llevaba varios años persiguiendo la creación de este museo. Al final, «ante la precipitación de los acontecimientos y el nombramiento de nuevos párrocos, apresuradamente se ha tenido que realizar». Se refiere a que en próximas semanas Ventana se marchará, tras seis años en Trujillo, a su nuevo destino: la catedral de Plasencia, con nuevas funciones. Su testigo lo recogerá el nuevo párroco Eugenio Albalate.

La intención es que quedase todo listo antes de su marcha, como así lo ha hecho. A pesar de las prisas, «no ha quedado mal aunque hacen falta algunas mejoras», sostiene este promotor. Ahora, tan solo se ha hecho un inventario fotográfico de los elementos. Considera que se debería realizar una catalogación con diferentes datos de interés. No tiene dudas de que este trabajo se tiene que encargar a personal experto.

Un camino

El párroco sostiene que el camino hasta llegar a este museo no ha sido fácil. Recuerda que José María Pérez de Herrasti, antes, estaba dedicado principalmente a la iglesia de Santa María, una de las joyas arquitectónicas de la ciudad trujillana. En este templo, ha financiado diversas rehabilitaciones. También ha aportado obras de arte.

Por diferentes circunstancias, dejó este templo y comenzó a trabajar en la iglesia de San Martín. El párroco recuerda que cuando llegó a Trujillo ya estaba inmerso en diferentes obras, como el descubrimiento de la torre románica o la aparición de las escaleras del baptisterio. También ya había recuperado esas galerías que ahora forman parte del nuevo museo.

En ese momento, ya comenzó a traer diversas piezas de subastas. «Siempre me habló de que tenía en Madrid una colección de elementos que estaba en un guardamuebles, pero no tenía hecho un inventario», explica el sacerdote. Por tanto, la idea de montar el museo nunca se fue de su mente.

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